La vista del presidente de Estados Unidos a México para participar en la cumbre de los líderes norteamericanos comenzó con una decisión diplomática -la elección del aeropuerto donde aterrizar- y una conversación privada entre los mandatarios a bordo de la “Bestia”, el automóvil blindado del jefe de la Casa Blanca.
Los mandatarios tuvieron una hora para hablar en privado después de que el mexicano Andrés Manuel López Obrador recibiera a Joe Biden al pie de pista junto con el canciller Marcelo Ebrard y los embajadores de ambos países.
Biden aterrizó en México el domingo por la noche y lo hizo en el nuevo aeropuerto de la capital mexicana, el Felipe Ángeles, uno de los proyectos insignia del mexicano, construido y gestionado por militares. El lugar fue inaugurado el año pasado a bombo y platillo aunque se encuentra a más de una hora en automóvil del centro de la ciudad, tiene pocos vuelos y hasta hace poco no contaba con agua potable constante.
La relación entre Biden y López Obrador es correcta pero muy protocolar y carece de la calidez y camaradería que Biden tiene con otros líderes mundiales. Los presidentes se estrecharon la mano y caminaron juntos por una larga alfombra roja sobre la pista flanqueados por soldados.
Luego se subieron a la “Bestia” para cruzar la Ciudad de México hasta al lugar donde pernotaría Biden. Esa conversación fue el primer contacto privado y directo de los mandatarios, dos políticos que necesitan entenderse pero que tienen distintas visiones y prioridades.
“Hablamos en muy buenos términos”, dijo el mexicano en su conferencia matutina. “Platicamos sobre temas que vamos a tratar en la reunión de hoy”, agregó sin ocultar la curiosidad que le provocó estar dentro de la “Bestia”, vehículo que el propio Biden le mostró cómo funciona apretando él mismo distintos botones.
Entre los asuntos abordados en el trayecto estuvo el tema de la migración y el desarrollo y la integración no sólo de América del Norte sino de todo el continente tanto en lo económico como en lo social.
“Que se logre la unión entre todos los países del continente americano, que podamos complementarnos, porque es el continente con más potencial, con más recursos”, afirmó López Obrador.
Según el mandatario mexicano no se trató la reciente detención de Ovidio Guzmán, uno de los hijos del encarcelado narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, ex líder del Cártel de Sinaloa, aunque su captura fue vista por diversos analistas como un regalo previo a la visita, lo que el mexicano consideró una “falta de respeto” a quien llevaron a cabo la acción y los 10 militares que perdieron la vida.
Junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, que llegará el lunes, Biden y López Obrador pasarán los próximos dos días discutiendo sobre migración, cambio climático, manufactura, comercio, economía y la potencial influencia global de una América del Norte más colaborativa.
“Esta reunión profundizará nuestra coordinación y fomentará nuestras prioridades compartidas para Norteamérica”, tuiteó Biden.
Antes de la cumbre, Biden anunció un importante cambio en la política fronteriza entre Estados Unidos y México. Según el acuerdo, que contó con el beneplácito del gobierno mexicano, México aceptó recibir cada mes a 30.000 cubanos, nicaragüenses, venezolanos y haitianos devueltos desde Estados Unidos y a cambio Washington ofrecerá cada mes visas temporales de trabajo al mismo numero de personas de esas cuatro nacionalidades si cumplen con ciertos requisitos, como llegar en avión.
López Obrador insistió en las bonanzas del acuerdo aunque ha sido cuestionado por grupos de derechos humanos que alegan que los cambios recuerdan la línea dura del expresidente Donald Trump.
“Si esto se consolida, va a generar un esperanza en la gente que quiere salir”, subrayó López Obrador. En su opinión “es un inicio» para tener una migración más ordenada.
El domingo Biden pasó cuatro horas en El Paso, Texas, su primer viaje a la frontera como presidente, una visita que parecía diseñada a mostrar cómo se procesa sin contratiempos a los migrantes legales, se trabaja para erradicar el contrabando y se trata humanamente a las personas que han ingresado ilegalmente, una narrativa contraria a los alegatos de los republicanos de que existe una situación de crisis.
López Obrador subrayó que su gobierno y el de Biden “nos hemos entendido, nos hemos ayudado mutuamente” y aseguró que las medidas están dando frutos porque cuando se acordó una medida similar en octubre con los venezolanos su flujo se redujo. Pero entre los colectivos mexicanos que apoyan los migrantes y que tienen los albergues de la frontera entre ambos países desbordada, se rechaza esa visión.
Además del tema de migración, ambos países tratarán cuestiones como seguridad, cambio climático, controversias comerciales antes de que Trudeau se incorpore a la cita tripartita.
Martha Bárcena, exembajadora mexicana en Washington, comentó que los dos gobiernos deberán cuidar “toda la coreografía” porque “la relación es tan compleja que la liebre puede saltar por cualquier lado”.
López Obrador no ha ocultado sus buenas relaciones con el expresidente Trump y en esta administración ha endurecido su retórica contra Washington, incluso el lunes critió que el Congreso estadounidense aprobase fondos para la guerra de Ucrania y no en favor de los migrantes.
Sin embargo, halagó a Biden a quien calificó como “muy buena persona” y con quien confió en llegar a acuerdos y avanzar en las controversias actuales y puso como ejemplo que ambos coincidieron en defender la democracia brasileña y condenar los ataques del fin de semana a sus instituciones.
Biden ha expresado su preocupación por temas de seguridad, narcotráfico y por los asesinatos de periodistas en México y Estados Unidos ha mostrado su discrepancia con López Obrador cuando el mexicano decidió boicotear la Cumbre de las Américas en Los Ángeles el año pasado porque Biden no quiso invitar a los mandatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Fuente: AP