El experimentado y veterano piloto de combate, coronel Luis Quiñónez, defendió la profesionalidad y la asombrosa complejidad de una misión nunca antes realizada por aviones de combate B-2, que incluyó un vuelo de 37 horas a Medio Oriente. En una entrevista en el programa Cada Tarde por Actualidad Radio, Quiñónez denunció la frivolidad de algunos sectores mediáticos que, según él, han criticado las operaciones militares de EE.UU. en Irán.
“Yo no puedo imaginar que dos seres humanos hayan podido volar un avión tan complicado, con una misión tan delicada, por 37 horas… es casi al borde de la locura”, acotó el analista militar. Quiñónez criticó duramente a sectores de la prensa por enfocarse en el género de uno de los pilotos que protagonizó la reciente misión secreta de la Fuerza Aérea de EE. UU. en Medio Oriente, en lugar de destacar la hazaña operativa. “Lo divertido es que la prensa liberal izquierdista ahora está más preocupada de que uno de los pilotos era mujer… Para nosotros, piloto es piloto, no importa si sea hombre o mujer”.
Según detalló, la misión —que consistió en un vuelo de ida y vuelta de aproximadamente 37 horas— exigió múltiples reabastecimientos aéreos, turnos de descanso entre los dos pilotos, y una planificación logística milimétrica. “Tuvieron que echar combustible en el aire dos veces… por seguridad, decidieron tener los tanques llenos constantemente para no equivocarse si había cambios”, explicó.
El especialista también desmintió algunos mitos difundidos por la prensa acerca de las supuestas comodidades a bordo de los bombarderos furtivos B-2 Spirit. “Decían que los aviones llevaban un lugar para comer, que tenían baños… ¡Eso no existe! Estos aviones son estrechos por dentro, todo el espacio es para las bombas. Nada de restaurantitos ni baños privados”, aseguró. Describió la dura realidad: “Ahora están usando unas bolsitas con un polvo que se endurece con la orina… pero tratar de quitarte el traje de vuelo mientras vas volando no es nada fácil”.
La operación, según explicó, incluyó maniobras de distracción para desinformar a posibles sistemas de defensa adversarios. “La administración pidió que pusiéramos desinformación. Se dijo que salieron aviones hacia el este desde Missouri, cuando en realidad los verdaderos salieron diez horas antes en dirección oeste, dando la vuelta al mundo”.
Finalmente, Quiñónez explicó que al llegar al punto de no retorno, denominado “departure point”, comienza el silencio total. “En ese momento, los dos pilotos tienen que estar alertas… ya no hay vuelta atrás. No se pueden comunicar ni entre ellos. Se comunican por notas escritas. Un sistema que quiera interceptarlos, no los puede agarrar”.