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Colombia: se inicia registro de armas de las FARC

por actualidad
Rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cosechan chontaduro o melocotón de palma en su campamento en La Carmelita, en el suroeste de Putumayo, el miércoles 1 de marzo de 2017. (AP Foto/Fernando Vergara)

Rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cosechan chontaduro o melocotón de palma en su campamento en La Carmelita, en el suroeste de Putumayo, el miércoles 1 de marzo de 2017. (AP Foto/Fernando Vergara)

Un grupo de observadores de Naciones Unidas comenzó el miércoles el registro de las armas en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en las 26 zonas rurales adonde se concentrarán los miembros de la guerrilla para su desmovilización.

El Alto Comisionado para la Paz Sergio Jaramillo señaló a periodistas que además del registro del armamento se procederá a la destrucción del material inestable, sin dar más precisiones.

Iván Márquez, uno de los jefes de las FARC, destacó que pese a los retrasos en la adecuación logística de las zonas de concentración «realizáramos el registro de las armas de todos los campamentos y reajustáramos el plan de destrucción de armas o explosivos».

Para el registro del armamento Naciones Unidas dispuso un grupo de más de 450 observadores de 13 países.

El presidente Juan Manuel Santos publicó en su cuenta de Twitter que «hoy es un día histórico para el país. Las FARC dicen #AdiosAlasArmas para cambiar la violencia por la reconciliación».

Las FARC no entregarán sus armas el miércoles como estaba previsto inicialmente. El 21 de febrero el general Javier Florez, jefe del comando de verificación del acuerdo de paz, había indicado que el proceso de entrega de armas se haría en tres etapas: a partir del 1 de marzo un 30% el armamento, desde el 1 de mayo otro porcentaje similar y durante junio el 40% restante. Pero la demora en la construcción de las viviendas en las que se asentarán los guerrilleros modificó el calendario.

En las 26 zonas hay aproximadamente unos 7.000 miembros de la guerrilla, según Florez.

En La Carmelita, al sur del país, los integrantes de la FARC se mostraron optimistas sobre el acuerdo de paz pero admitieron que allí viven en peores condiciones que en la selva. Bajo carpas de plástico construyeron rancheríos como los que tenían en los campamentos clandestinos a la espera de que el gobierno levante las casetas en las que vivirán hasta el final del desarme.

«No es un buen día para empezar la dejación de armas porque ni siquiera nos han construido la zona», afirmó Jorge Tavarich, de 36 años y 17 en la guerrilla. «Mi mayor anhelo no es dejar el fusil sino que se materialicen los acuerdos», agregó. Cuando finalice el período de transición hacia la vida civil le gustaría estudiar Derecho y apoyar el partido en el que se convierta la guerrilla.

«Tenemos ganas de movilizarnos», dijo en contraposición a la idea de que dejar las armas significa desmovilizarse mientras tres compañeros limpiaban sus fusiles. A diferencia del pasado, cuando era habitual ver a los guerrilleros cargando armas en el campamento, ahora el armamento cuelga de las camas o columnas o está almacenado.

Mientras esperaban el nuevo calendario para el abandono de las armas, casi medio millar de guerrilleros se ubicaban en una área fangosa de 5,2 hectáreas en la que se sentían más atrapados que acompañados en su paso hacia la vida civil.

«Ellos sólo tienen afán de que dejemos las armas pero también tienen que cumplir con su parte de los acuerdos», indicó Tavarich.

En esta zona ubicada en un área de influencia histórica de la guerrilla y al pie de un camino transitado por decenas de camiones petroleros al día, algunos trabajaban en la construcción de viviendas o en la limpieza del campamento mientras un centenar de guerrilleros tomaban clases de periodismo, gastronomía, ganadería o agricultura apoyados por el gobierno.

«Lo que queremos es aprovechar la zona veredal (rural) cuando esté lista para traer a la familia y levantar un pueblo. Aquí lo único que no vamos a construir es la iglesia», bromeó Martín Corena, comandante del Bloque Sur de las FARC. «Vamos a hacer de La Carmelita un espacio habitado y de encuentro, porque es un lugar históricamente muy importante para nosotros», aseguró.

Los integrantes del mecanismo tripartito de control -miembros de Naciones Unidas, el gobierno y la guerrilla- ingresan a la zona varias veces al día para realizar una supervisión y el trato con los integrantes de las FARC es cordial y cercano.

 

Fuente: Associated Press

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