Sin festejos, con fuertes restricciones sociales y sin gente en las calles, el mundo celebró la llegada del 2021 y el fin del año del coronavirus, que ha contagiado a más de 80 millones de personas y ha dejado más de 1.,700,000 muertos.
Nueva York marcó la llegada del 2021 con un show en Times Square casi desierto
En Nueva York, la famosa bola de Times Square con la que tradicionalmente se recibe el Año Nuevo, solo tuvo la compañía del personal de producción del evento y un pequeño grupo de trabajadores esenciales ya que las autoridades prohibieron el público.
«El año que viene nos reuniremos y llenaremos Times Square. Pero este año ni siquiera intenten venir», dijo el jefe del Departamento de la Policía de Nueva York, Terence Monahan, quien señaló que los ciudadanos no pudieron ver cómo la bola descendió el mástil que la sustenta, una ceremonia que se remonta a 1904.
A diferencia de lo ocurrido en el último siglo, Nueva York marcó la llegada del año nuevo con un Times Square prácticamente desierto, en la que sólo un puñado de trabajadores esenciales y los agentes desplegados en la zona pudieron ser testigos del descenso de la icónica y enorme bola.
Los neoyorquinos hicieron así caso a los llamamientos de la Policía de Nueva York, que un día antes habían insistido en que el público general no debía, ni podía, acudir a Times Square para celebrar las últimas horas de 2020 y las primeras de 2021.
“El año que viene nos reuniremos y llenaremos Times Square. (…) Pero este año, ni siquiera intentéis venir a verlo”, pidió el jefe de Departamento de la Policía de Nueva York, Terence Monahan, en una rueda de prensa celebrada el miércoles.
A la fiesta asistió sin embargo el alcalde Bill De Blasio, a quien se vio bailando junto a su esposa en uno de los espacios cuidadosamente diseñados para mantener amplia distancia entre los pocos asistentes al evento.
Sin embargo, Nueva York quiso honrar a los trabajadores esenciales permitiendo que unas cuatro decenas de ellos, acompañados por sus seres queridos, vivieran en directo el momento desde pequeños espacios vallados establecidos en Times Square para cada uno de ellos.
Entre los afortunados, un pediatra del hospital de Elmhurst, uno de los más afectados por el coronavirus cuando la ciudad se convirtió en el epicentro de la pandemia en la primavera, un técnico de ambulancia, o un repartidor de pizzas que se enfermó de coronavirus.
Las celebraciones de Nochevieja comenzaron en Times Square a las 18.00 hora local, e incluyeron dos himnos que hacían referencia al duro año vivido en todo el mundo: “I Will Survive” (Sobreviviré), que cantó Gloria Gaynor, mientras que Andra Day interpretó el “Imagine” de John Lennon a cinco minutos de la medianoche, como se ha hecho durante años.
También se subieron al escenario neoyorquino Pitbull, que interpretó “Don’t Stop the Party”, “I Believe That We Will Win” y “Give Me Everything”, y Anitta, que cantó “Downtown”, “Me gusta” y “Vai Malandra”, aunque tampoco faltó el “New York, New York” de Frank Sinatra en los primeros segundos de 2021, acompañado de fuegos artificiales y confeti.
Normalmente, cientos de miles de personas asisten a la multitudinaria fiesta de fin de año en Times Square, a la que, pese al frío neoyorquino, viajan personas de todo el mundo expresamente para presenciar el evento. Sin embargo, las autoridades de Nueva York se decidieron este año por cientos de figuras hinchables para dar un ambiente festivo a la plaza.
Los festejos en esa plaza se celebran desde hace 112 años, mientras que el descenso de la esfera, que este año ha sido bautizada con el nombre de “The gift of happiness” (El regalo de la felicidad), se ha convertido en todo un icono.
Fueron los dueños del periódico The New York Times, que en 1904 comenzaron a celebrar la entrada del año en la azotea de su edificio, situado en Times Square, quienes en 1907 empezaron a utilizar una esfera iluminada para marcar el cambio de año.
La celebración de Nochevieja de Times Square se remonta a 1904, cuando el entonces editor del periódico The New York Times, Adolph Ochs, quiso organizar por la Nochevieja de ese año un espectáculo de fuegos artificiales en la azotea de la flamante sede del diario para marcar el traslado del medio a sus nuevas oficinas, previsto para un día después.
Sin embargo, no sería hasta tres años después cuando hizo su aparición la mítica bola, que entonces pesaba 317 kilogramos, tenía un diámetro de metro y medio y contaba con un centenar de bombillas blancas adosadas.
Por otro lado, Miami fue otra de las icónicas ciudades estadounidenses que se quedó sin fiesta luego de que se canceló la multitudinaria celebración del Parque Bayfront.
Este encuentro, incluido por USA Today y MSN en la lista de los 10 mejores lugares del mundo para recibir el Año Nuevo, congregaba a unas 100,000 personas para ver en directo la ascensión de una gran naranja por una de las fachadas del hotel Intercontinental y disfrutar de los fuegos artificiales y la música mirando a la Bahía Vizcaína.
Ante el recrudecimiento de la pandemia y el registro de una segunda ola de la enfermedad en Brasil, uno de los países más afectados por el coronavirus en el mundo, las autoridades cerraron las playas y cancelaron las fiestas de «Reveillon».
Tal fue el caso de las ciudades de Santos, Guarujá, Sao Vicente y Bertioga, cuyas playas reciben a 1.5 millones de turistas procedentes de Sao Paulo cada Año Nuevo.
Asimismo, Río de Janeiro, cuya famosa fiesta de Reveillon en la playa de Copacabana acoge a más de 2.5 millones de personas, no solo canceló el evento sino que anunció el bloqueo al acceso a todas las playas.
A la medida restrictiva se unieron Fortaleza, un importante destino turístico en el nordeste de Brasil, y Salvador, que por lo general ofrecía cinco días de festividades y conciertos musicales en las calles para despedir el año.
Provistos de pétalos, maíz, hojas de coca y símbolos de la naturaleza, un grupo de chamanes peruanos se congregó en la histórica plaza limeña de San Martín para dejar definitivamente atrás el traumático y pandémico 2020 e invocar la tranquilidad y «buena salud para todo el mundo».
Descalzos para «tener una conexión directa» con la tierra, los curanderos auguraron en su ritual «muchos cambios buenos» para 2021, según explicó a Efe el maestro Jairo Osco, presidente de la Asociación de Chamanes del Perú.
Otros que también buscaron alejar el mal son quienes elaboraron monigotes en Honduras, Ecuador y Colombia, rellenos con morteros y petardos, que serán quemados a medianoche como expresión popular en contra de personajes como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, gobernantes locales y, obviamente, la figura del coronavirus que son a juicio de sus creadores quienes más daño hicieron este 2020.
El Reino Unido pasó la Nochevieja del Brexit bajo severas restricciones sociales para evitar los contagios, en un momento en el que una nueva variante del coronavirus se extiende por el país.
De este modo, el espectáculo pirotécnico que cada fin de año ilumina el centro de Londres y las aguas del Támesis fue cancelado, por lo que el ayuntamiento de Londres recomendó a los ciudadanos que siguieran desde sus casas el especial que emitió la cadena pública BBC o las funciones virtuales que ofrecieron los teatros londinenses.
Francia también se privó de los fuegos artificiales sobre la Torre Eiffel, que atraen cada año a decenas de miles de personas a la avenida de los Campos Elíseos.
En su lugar, fueron convocados dos grandes conciertos en redes sociales y en las televisiones: uno con el «DJ» Jean-Michel Jarre en un decorado virtual de la catedral de Notre Dame de París, y otro en la Pirámide del Louvre con el músico David Guetta.
Del mismo modo, en Australia los fuegos artificiales de Sídney, uno de los espectáculos que abren tradicionalmente las celebraciones del planeta en el Año Nuevo, iluminaron el Puente y la Bahía, aunque sin la asistencia de público.
Por orden del gobierno central y los estados federados, Alemania no tuvo pirotecnia para evitar las concentraciones.
Además, los espectáculos públicos, como los organizados en la Puerta de Brandeburgo, han sido cancelados.
En Dinamarca, la plaza del Ayuntamiento de Copenhague, donde cada año se suelen juntar miles de personas, estuvo cerrada por primera vez y custodiada por la policía, mientras en Oslo y Estocolmo se suspendieron los espectáculos con fuegos artificiales.
Praga, en donde se despide el año con una copa de champán en la mano y admirando pirotecnia cambió, pues en la ciudad no fueron permitidas las celebraciones y hubo el doble de policías para asegurar el orden en unas calles desiertas.
En Italia, el 31 de diciembre todo el país entró de nuevo en zona roja, tras tres días de relajación de las medidas.
Estuvieron prohibidos los desplazamientos entre regiones y municipios, salvo por comprobados motivos laborales, de salud o de necesidad.
Ciudades como Roma, Milán, Turín y Génova ofrecieron programas con actores, músicos, humoristas y deportistas que se siguieron por las redes sociales.
El toque de queda impuesto en Portugal por la pandemia, que obligó a todas las personas a permanecer en casa a partir de las 11 pm, provó que se hayan eliminado todas las fiestas de Nochevieja, conocidas como «Passagem de Ano», donde sobresalen la música y los fuegos artificiales.
El epicentro de los festejos, la Praça do Comércio de Lisboa, estuvo este año desierta y se canceló el concierto que antes de la pandemia reunía a miles de personas.
Igualmente, los griegos pasaron la Nochevieja en riguroso confinamiento. Allí rige el toque de queda desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana.
Otro cambio de este 2020 se dio en la Plaza Roja, que estuvo cerrada al gran público, por lo que los moscovitas no pudieron acudir al empedrado frente al Kremlin para ver cómo el reloj de la torre Spáskaya daba las campanadas.
Fuente: Telemundo / Infobae