KABUL (AP) — El número efectivos estadounidenses muertos en la guerra de Afganistán llegó el domingo a 2.000, tras el fallecimiento de un soldado norteamericano en un intercambio de disparos con elementos castrenses afganos.
La cifra se convirtió en un frío recordatorio de los peligros que aún quedan después de 11 años de un conflicto que ahora despierta poco interés de la opinión pública en Estados Unidos.
El número de muertes ha aumentado constantemente en los últimos meses por una serie de ataques por parte de soldados y policías afganos —que sobre el papel son aliados— contra las tropas estadounidenses y de la OTAN. Esto ha suscitado inquietantes cuestionamientos acerca de si los países de la coalición liderada por Estados Unidos en Afganistán conseguirán su objetivo de ayudar al gobierno en Kabul y sus fuerzas a valerse por sí mismos después de que la mayoría de las tropas extranjeras abandonen el país en poco más de dos años.
«La cifra es modesta para los estándares históricos de las guerras, pero cada muerte es una tragedia y 11 años es demasiado tiempo», dijo Michael O’Hanlon, miembro de la Brookings Institution en Washington. «Sin embargo, todo eso lo interioriza una opinión pública estadounidense que ha estado viendo esta campaña durante mucho tiempo. En este momento generan más interés periodístico los ataques internos y la sensación de desesperanza que transmiten a muchos».
Soldados y policías afganos, o milicianos vestidos con sus uniformes, han asesinado a 52 soldados estadounidenses y de otros países de la OTAN en lo que va del año.
«Estoy muy, muy enojado al respecto, para ser honesto con ustedes», dijo el máximo comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, el general John Allen, al programa «60 Minutes» de la cadena CBS en una entrevista que se transmitiría el domingo. «Resuena por todas partes en Estados Unidos. Ustedes saben que estamos dispuestos a sacrificar mucho por esta campaña, pero no estamos dispuestos a ser asesinados por ella».
Los ataques internos son considerados una de las amenazas más graves a la estrategia de salida de Estados Unidos del país. En su última encarnación, esa estrategia se ha concentrado en entrenar a las fuerzas afganas para que asuman la seguridad en todo el país, lo que permitiría que la mayoría de las tropas extranjeras regresen a casa a finales de 2014.
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