Decenas de miles de puertorriqueños aturdidos por el paso de un huracán que dejó sin electricidad a toda la isla y paralizó el territorio estadounidense con deslaves, inundaciones y árboles derribados se esforzaban por reconstruir lentamente a Puerto Rico, sumido en una grave crisis económica, mientras los equipos de rescate intentaban abrirse paso.
El alcance de los daños se desconoce por el momento ya que hay decenas de municipalidades aisladas e incomunicadas después de que el vórtice de María tocó tierra en la isla el miércoles por la mañana, con fuerza de huracán categoría 4 y vientos de casi 250 kilómetros por hora (155 millas), el meteoro más potente que haya afectado a Puerto Rico en más de 80 años.
Los árboles arrancados de raíz y las inundaciones generalizadas bloquearon muchas carreteras y calles en la isla, creando un laberinto que obligó a los conductores a manejar en dirección contraria, pasando junto a autos de policía que utilizaban sus altavoces para advertir a la población que debía respetar el toque de queda impuesto por el gobernador, entre las 18:00 y las 06:00, para garantizar la seguridad.
«Esto va a ser un acontecimiento histórico para Puerto Rico», dijo Abner Gómez, director de la agencia de gestión de desastres de la isla.
María, que llegó a tener categoría 5 con vientos de 281 km/h (175 millas), es el tercer huracán más potente que toca tierra en la isla, con base en su presión central. Fue incluso más potente que Irma, que arrasó los Cayos de Florida a principios de este mes.
En la capital, San Juan, había eucaliptos caídos por doquier en una calle principal plagada de diversos negocios populares, como bares, restaurantes y cafeterías, varios de los cuales resultaron dañados.
En las afueras de un edificio de apartamentos cercano, el operador turístico Adrián Pacheco, de 40 años de edad, relató cómo pasó ocho horas en una escalera, acurrucado con otros 100 residentes, mientras el huracán arrancaba las contraventanas de su edificio y diezmó tres balcones.
«Creo que la gente no esperaba que la tormenta llegara al punto en que llegó», dijo. «Como Irma nunca pasó, pensaron que con María sería lo mismo».
El huracán Irma arrasó en Puerto Rico el pasado 6 de septiembre, dejando a más de un millón de personas sin electricidad pero sin causar muertes ni daños generalizados como ocurrió en islas cercanas. María, sin embargo, arrancó ventanas en algunos hospitales y comisarías de policía, convirtió calles en ríos y destrozó cientos de viviendas en toda la isla, incluso el 80% de las casas de una pequeña comunidad de pescadores cerca de la bahía de San Juan tras una marejada ciclónica de más de 1,2 metros (cuatro pies).
El sonido de las motosierras comenzó a llenar el silencio que se extendía por San Juan a última hora de la tarde del miércoles. Los bomberos comenzaron a retirar árboles caídos y usaban pequeñas excavadoras para levantar postes de concreto derribados. Algunos vecinos ayudaron a limpiar las ramas más pequeñas, incluso Shawn Zimmerman, un estudiante de 27 años y residente de Lewistown, Pennsylvania, que se mudó a Puerto Rico hace casi dos años.
«La tormenta no me perturbó», dijo. «Es la devastación. Me pone la piel de gallina. Nos va a llevar mucho tiempo».
María causó al menos 10 muertos en su paso por el Caribe, siete de ellos en la fustigada isla de Dominica y dos más en el territorio francés de Guadalupe. El gobernador de Puerto Rico dijo a CNN que un hombre perdió la vida tras ser golpeado por escombros arrastrados por el viento. Por el momento no había más detalles disponibles y no se pudo contactar con funcionarios para comentarios.
María se debilitó a categoría 2 a última hora del miércoles, pero recuperó la categoría 3 a primera hora del jueves, con vientos máximos sostenidos de cerca de 185 km/h (115 millas). El ojo del meteoro estaba unos 110 kilómetros (70 millas) al noreste de Punta Cana, República Dominicana, y se movía con dirección noroeste a casi 15 km/h (9 millas).
Fuente: Associated Press