Las denuncias de corrupción abundaron durante los dos períodos de gobierno de Cristina Fernández, pero la mayoría no prosperaron.
La aguerrida líder populista que a menudo criticó duramente a cualquiera que cuestionase su estilo de conducción y su ética, no obstante, luce cada vez más vulnerable. La semana pasada un fiscal federal pidió que fuese incluida en una investigación de lavado de dinero. Su exsecretario de transporte y un empresario muy allegado a su familia fueron detenidos en investigaciones separadas de corrupción que podrían terminar implicándola a ella. Se reactivó además una investigación separada de posible lavado de dinero usando hoteles de su familia.
Para completarla, fue llamada a declarar el miércoles en relación con una supuesta manipulación de la divisa argentina. Será la primera vez en que debe presentarse ante los tribunales para presentar una descarga en una causa en su contra.
«Esta vez fue súbito», dijo Sergio Berensztein, un analista político y encuestador. «Hace cuatro meses Cristina seguía siendo una de las personas más poderosas de la Argentina y ahora ha perdido su poder de manera inmediata».
Fernández fue sucedida en la presidencia por un rival conservador, Mauricio Macri, exalcalde de Buenos Aires e hijo de uno de los empresarios más ricos del país.
Fernández y su finado esposo y predecesor, Néstor Kirchner, fueron los líderes políticos más dominantes que tuvo Argentina en décadas y muchos les reconocen haber sacado al país de la peor crisis económica de su historia en el 2001. Pero sus detractores afirman que sus políticas sociales contribuyeron a generar una espiral inflacionaria y critican la combativa retórica de ella, el enriquecimiento personal de la pareja y el que se hayan visto salpicados por varios escándalos. Ella siempre desestimó las acusaciones diciendo que eran mentiras de la prensa o difamaciones de sus enemigos que buscaban restarle méritos a los logros en los 12 años que ella o su marido estuvieron en el poder.
Si bien la justicia le respira cada vez más cerca, Fernández no ha sido procesada por delito alguno por ahora. Cuando el año pasado decidió no postularse a cargo público alguno, como senadora, lo que le hubiese generado ciertas inmunidades, sus partidarios dijeron que no tenía nada que esconder. Fernández completó dos mandatos y no podía postularse a un tercero por ley.
«Por supuesto creemos que responde a fines políticos», declaró Daniel Filmus, exministro de educación de Fernández. «Esto es parte de un revanchismo de los sectores que fueron castigados por las políticas de crecimiento económico pero de igualdad social que llevó adelante Cristina».
Desde que Fernández entregó el poder en diciembre, el nuevo gobierno prometió combatir la corrupción y analistas dicen que los jueces sienten que tienen mayor independencia ahora para sacar adelante causas contra la expresidenta y su círculo íntimo de colaboradores sin temor a represalias.
«Cuando ella era la presidenta ejercía muy duro el poder y tenía a todo el mundo asustado», dijo Berensztein. «Pero el miedo que había se ha disipado».
Un amigo otrora intocable de los Kirchner fue detenido la semana pasada al aterrizar en su jet privado en el aeropuerto de Buenos Aires. Lázaro Báez, un exempleado bancario que es hoy un empresario millonario, está acusado de lavado de dinero y desfalco por valor unos 5 millones de dólares. Se negó a declarar ante un juez y está preso.
Los fiscales se interesaron en Báez tras una investigación periodística del 2013 en la que se lo presentó como un testaferro que Kirchner usó para lavar dinero.
Los argentinos están acostumbrados a los escándalos de corrupción que no se resuelven porque quedan empantanados en el lento sistema legal de Argentina. Pero incluso en un país que figuró 107mo entre 167 naciones en el índice anual de corrupción de Transparencia Internacional el año pasado, muchos argentinos se mostraron asombrados ante las recientes imágenes de uno de los hijos de Báez y de otras figuras que contaban pilas de billetes en una financiera que está siendo investigada.
Los fiscales han dicho que están estudiando las transacciones de varios hoteles propiedad de la familia Kirchner en la provincia sureña de Santa Cruz, donde vive Fernández desde que dejó la presidencia. Versiones de prensa locales dicen que los hoteles están generalmente vacíos, lo que hace que la gente se pregunte cómo generan los ingresos que reportan.
Fernández sigue siendo bastante popular en Argentina. El lunes regresó a Buenos Aires para presentarse a declarar dos días después. Se sospecha que fue parte de un plan para mantener el peso alto mediante la venta de dólares a un precio por debajo del valor de mercado, causándole al estado una pérdida del equivalente a más de 5.000 millones de dólares al cambio actual. Las ventas hicieron que las reservas del Banco Central quedasen muy bajas.
Sus partidarios dicen que los tribunales deberían concentrarse más bien en otros expresidentes e incluso en el actual.
«En este país todavía hay causas pendientes desde la década de 1990», dijo Roberto Bacman, analista político y director del Centro para Estudios de la Opinión Pública, una firma de investigaciones. «Resulta extraño que la justicia haga las cosas demasiado rápida».
El expresidente Carlos Menem fue condenado a prisión en conexión con una venta ilegal de armas pero sus fueros como senador por el peronismo todavía lo protegen ya que en el Congreso no se ha iniciado ningún juicio político en su contra. Hace poco se negó a declarar en un caso en el que se lo acusa de entorpecer la investigación del peor ataque terrorista sufrido por Argentina.
Macri, quien prometió erradicar la corrupción durante su campaña electoral, causó conmoción al verse involucrado en dos empresas offshore, incluida una mencionada en los «Panamá Papers». El mandatario dijo la semana pasada que crearía una cuenta de fideicomiso para que sus finanzas fuesen transparentes y se ha mostrado muy cauteloso en sus comentarios sobre Fernández.
Cuando se le preguntó por ella en una entrevista con la Associated Press el mes pasado, Macri hizo notar que no había sido acusada de nada. Pero agregó que no frenaría investigación alguna.
Hugo Ron, dueño de un puesto de venta de diarios en el centro de Buenos Aires, no le tiene demasiada estima a ninguno de ellos
«Pareciera como que todo está sucio», expresó. «No hay político limpio»
Fuente: AP