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Apagón de más 48 horas pone en jaque a las familias cubanas

por actualidad

La semana pasada Ivette Garrido se apresuró a buscar los seis kilos de pollo que le corresponden a su familia y los congeló para aprovisionarse ante la posible llegada de un ciclón. El jueves, está considerando convertirlos en alimento para sus tres perros tras dos días sin electricidad.

Ian, un monstruoso huracán que atravesó Cuba por el occidente, dejó tres muertos y una suma todavía no cuantificada de daños materiales al tiempo que provocó una avería eléctrica que —por primera vez desde que se tenga memoria— dejó a los 11 millones de habitantes de la isla completamente a oscuras.

El gobierno aún no ha ofrecido una estimación oficial de la cantidad de afectados o de cuándo se solucionará el problema a nivel nacional. Sin embargo, la autoridad eléctrica señaló el miércoles en un comunicado que en La Habana, hogar de dos millones de personas, sólo el 10% de los usuarios tienen luz.

En algunos lugares los vecinos celebraron cuando la energía regresó el miércoles, aunque en otros volvió y se cortó otra vez. Miles de familias, como la de Garrido, llevan más de 48 horas sin corriente y temen perder los pocos alimentos que consiguieron en un contexto de desabastecimiento general.

Especialistas indicaron que el apagón total demostró la vulnerabilidad del Sistema Energético Nacional (SEN) y advirtieron que requerirá tiempo y recursos —de los que el país no dispone— para salir del trance, mientras las autoridades aseguraron que trabajan sin descanso.

“La estamos pasando no muy bien, tratando de sobrevivir, de mantener las cosas para que no se descongelen”, dijo a The Associated Press Garrido, de 53 años y quien vive con su madre anciana y una hija de 19 en el municipio de Cojimar, en las afueras de La Habana.

La mujer colocó bolsas con agua helada en un congelador junto con el pollo, algo de carne de cerdo y salchichas para tratar de prolongar el frío, una meta complicada con temperaturas de más de 30 grados centígrados.

Para cargar los teléfonos móviles y una computadora portátil fue a un pequeño hotel a varios kilómetros.

Una media docena de vecinos de La Habana con los que AP habló en la mañana del jueves estaban molestos por la ausencia de energía, que apareja además la imposibilidad de tener agua —pues depende de motores— y de no poder cocinar, porque parte de las casas cubanas guisan con electricidad luego de una campaña en la década del 2000 para erradicar los fogones artesanales.

“Nunca hemos estado tanto tiempo sin luz… Es criminal. ¿Quién responde por esto? Es muy triste lo que estamos pasando”, se quejó.

Según las autoridades, el corte total se produjo debido a una falla en los enlaces entre las tres regiones del país —occidente, centro y oriente— causada por el paso de Ian con vientos de hasta 200 kilómetros por hora.

Personas consultadas por AP de las principales ciudades del país dieron cuenta de una situación similar a la de La Habana. En Holguín, Guantánamo, Matanzas, Ciego de Ávila, Camagüey y Santiago, por ejemplo, un buen porcentaje reportó que luego del apagón sus barrios siguen sin luz.

“El SEN ya estaba en estado crítico e inmunocomprometido como resultado del deterioro de las termoeléctricas. El paciente está ahora en soporte vital”, explicó a AP Jorge Piñon, director del Programa de Energía y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe de la Universidad de Texas.

“Es la analogía perfecta del efecto dominó en el que derribas una ficha e impactas a todas las demás en una reacción en cadena”, añadió el especialista sobre el hecho de que una avería en una parte del país se sintiera en todos lados debido a que el sistema está interconectado.

La nación caribeña cuenta con 13 centrales generadoras de energía de las cuales ocho son las tradicionales termoeléctricas a las que se adicionan cinco modernas plantas flotantes alquiladas a Turquía desde 2019 con el objetivo de que no se agrave aún más la situación. Hay además un grupo de pequeñas plantas distribuidas por el país desde una reforma energética de 2006.

Pero en todos los casos son infraestructuras obsoletas y mal mantenidas, un fenómeno que el gobierno atribuyó a la falta de presupuesto y las sanciones de Washington que impiden la modernización de equipamiento. Las complicaciones para conseguir combustible, que Cuba compra a precios preferentes a Venezuela, también es un problema.

“Desafortunadamente va a ser un largo proceso de recuperación que además tendrá que cubrir el déficit de generación que ya existía antes del huracán, todo esto a un alto costo económico que el país no puede costear”, advirtió el experto Piñon.

Cuba sufre una crisis económica provocada por una combinación de las sanciones de Estados Unidos y los efectos de la pandemia de COVID-19 además de las ineficiencias propias. El Producto Interno Bruto de la isla se desplomó un 11% en 2020 y creció 1,3% en 2021.

Altos precios, dolarización y largas colas para conseguir casi cualquier cosa se sumaron a los apagones programados por sectores cada semana.

Fuente: AP

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