“Lo primero que tenemos que hacer es clarificar el tema porque esto mundialmente se ha prestado para muchas malas interpretaciones y ayuda a veces a generar opiniones encontradas que al final del camino no tienen ningún sentido ese encuentro de opiniones. Yo creo que lo primero que tenemos que hablar cuando se toca el tema de legalización del consumo es distinguirlo muy claramente de lo que es la legalización de la venta de drogas como tal, son dos aspectos muy diferentes”.
“Cuando nosotros hablamos de legalización del consumo nos referimos a que el consumo como tal partiendo de que la persona lo que tiene es una enfermedad, un problema de adicción, que es un problema de salud pública, no va a ser sometido a pena en caso de que, para ser gráfico, la policía lo encuentre consumiendo en vía pública. Y otra cosa es hablar de legalizar la venta de drogas suaves como han empezado a hablar cierta gente, cierto sector en la sociedad”.
“Yo creo que esas dos cosas tenemos que ponerlas en perspectiva. Realmente a mí me preocupa que en Centroamérica empecemos a hablar de legalización, creo que hay veces, de manera muy imprecisa, no técnicamente, y hablemos de legalización cuando ni siquiera los estados tenemos la capacidad y la hemos desarrollado suficientemente para atender el problema del consumo como tal”.
“Los estados centroamericanos tenemos que concentrarnos en poder atender a toda esa población que va haciéndose o va generándose, producto del mismo narcotráfico u del desarrollo de los mercados locales por las organizaciones criminales, para después meterse a hablar de legalización. Y tener muy claro si vamos a legalizar el consumo o vamos a legalizar la venta, porque el tema de la venta como sucede en algunos países como Holanda, que nos lo pintan muy maravillosamente, yo no he tenido la oportunidad de estar allá pero he visto muchos estudios, también hay otras realidades tras de legalizar el consumo que es un montón de personas tiradas en las aceras y en los parques públicos como zombis todo el día”.