“Ellos nunca me dijeron cuál fue el delito. Ellos dijeron que estaba infringiendo la ley cubana cuando estábamos viviendo en la casa de Eliecer. Pero no estábamos infringiendo la ley, porque ellos me consideran cubano. Yo hablé con ellos, es imposible que me digan que nosotros estamos ilegales allí por el hecho de que estemos viviendo en casa de un amigo de nosotros por tres días”.
“Cuando ellos van a la casa donde estamos, que es en la casa del padre de Eliecer, nos dicen después de haber hablado con nosotros un rato y nosotros de tratar de convencerlos a ellos de que nos íbamos al otro día porque la niña nuestra estaba enferma, tenía diarrea, y ellos no quisieron, entonces dijimos: -está bien, nos vamos-. Pero cuando habíamos quedado en que nos íbamos ellos dijeron: -Ahora no pueden irse, tienen que ir a la oficina de Las Tunas”.
“Entonces ahí fue donde se empezó a complicar la cosa, porque vino un coronel del Minin, de Seguridad del Estado a casa de Eliecer, nos dijo que teníamos que recoger las cosas porque nos íbamos para La Habana. Y allí fue donde entendí menos todavía. Entonces le digo al hombre si me puede explicar lo que habíamos hecho nosotros. El tipo se para un poquito mirando para abajo y me dice: -Ven acércate a mí.
Cuando me acerco un poco me dice: -Tú sabes lo que estás haciendo.
Le dije: -No, yo no se lo que estoy haciendo. Usted me puede explicar qué cosa estoy haciendo?
-Tú sabes lo que estás haciendo, me repite”.
“A Eliecer no pudieron multarlo porque él no había hecho nada, no era su casa. Ellos son más cuidadosos con Eliecer, porque cuando tocan a Eliecer el mundo entero sabe que lo tocaron. Lo que no se dieron cuenta es que si me tocaban a mí, también tocaban a Eliecer”.
