Miles de archivos sobre los crímenes de guerra de los nazis usados por la ONU para investigarlos fueron abiertos al público por la Wiener Library, revelando las motivaciones políticas que obstaculizaron los procesos y los inéditos antecedentes judiciales en la materia.
Durante décadas, los académicos interesados en acceder a los documentos de la Comisión de Crímenes de Guerra de la ONU (UNWCC, por sus siglas en inglés) debían pedir una autorización a través de sus gobiernos con un adecuado sustento, que a su vez debía ser aprobado por la Secretaría General. El trámite podía durar años. Sin embargo, la Wiener Library, fundada en 1934 para monitorear el antisemitismo, logró la autorización para habilitar en su sede en Londres las decenas de miles de archivos y publicó en su página web un catálogo de los mismos.
La documentación consta de minutas, archivos y reportes de la Comisión y sus comités, listas de criminales de guerra, sospechosos, testigos (un total de aproximadamente 37.000 nombres) y correspondencia. Sin embargo, el grueso está en los 8.000 archivos aportados por los países como pruebas para perseguir a los culpables.
La UNWCC investigó a los nazis entre 1943 y 1948. Sin embargo, buena parte de su trabajo permaneció bajo sombra. «Una de las razones por las que el archivo no ha sido difundido es porque fue sujeto a las políticas de la Guerra Fría. Hubo presiones políticas de Estados Unidos para que el archivo permanezca oculto», explicó a Infobae Ben Barkow, director de la biblioteca.
El material apunta que fueron los países invadidos por el Tercer Reich quienes demandaron la investigación, y no las grandes potencias (como Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido) quienes eventualmente coordinaron los Juicios de Nuremberg.
«Creo que hubo un verdadero intento de crear un marco de trabajo que se oponga al totalitarismo, pero gradualmente las políticas de la Guerra Fría erosionaron estas ideas y fueron reemplazadas por tribunales ad hoc a los nuevos objetivos», agregó Barkow.
Según informó The Guardian, cuando el Comité terminó sus tareas, varios nazis condenados recibieron una liberación anticipada, mientras el senador estadounidense Joseph McCarthy, abierto anticomunista, intentaba ponerle fin a los juicios sobre crímenes de guerra. Alemania Occidental se había convertido en un aliado clave para la Guerra Fría.
Algunos de los documentos de mayor antigüedad fueron reunidos para intentar acusar directamente al genocida Adolf Hitler por su rol al coordinar y controlar las masacres en Checoslovaquia. Según detalla The Guardian, hay más de 300 páginas detallando sus órdenes y responsabilidades y el líder nazi fue acusado en secreto por el UNWCC en 1944 tras el bombardeo a Londres.
Otros archivos muestran detalladas descripciones de los campos de concentración, como Treblinka y Auschwitz, aún antes del final de la Segunda Guerra Mundial que permitió la liberación de los sobrevivientes, por lo que las fuerzas aliadas habrían estado en conocimiento de los mismos desde 1943, cuando ya habían muerto millones de judíos y personas de otras minorías. Sin embargo, la existencia de los campos solo fue denunciada pública e internacionalmente por las potencias al acceder a los mismos.
En cuanto a la importancia histórica para la rama judicial, se descubrió que ya para la década de los 40 las violaciones y abusos sexuales eran tratados como crímenes de guerra, algo que se en círculos históricos se creía que había comenzado medio siglo después, bajo la actuación del Tribunal Penal Internacional que investigó el genocidio en Ruanda.
Esta es una gran herramienta para combatir la negación del Holocausto
«No es un tema muy estudiado. hay gente que no quería ver esos temas. Aun cuando el Holocausto estaba en marcha, es muy interesante que estos temas ya eran presentados con determinación», destacó Barkow.
La divulgación coincide con el lanzamiento del libro de investigación «Derechos Humanos después de Hitler: la historia perdida del procesamiento de los crímenes de guerra del Eje», del académico Dan Plesch, quien recibió autorización de la ONU y ha investigado durante años el trabajo del Comité.
«Esta es una gran herramienta para combatir la negación del Holocausto», subrayó. Además, en declaraciones a The Independent, destacó la ayuda de la ex embajadora estadounidense Samantha Power ante la ONU para acceder a los archivos y explicó la postura de Washington y Londres durante la época: «Consideraron que algunos nazis serían necesarios para la reconstrucción de Alemania y la oposición al comunismo, que era visto como el mayor de los peligros».
Fuente: Infobae.com