El presidente electo de EEUU, Joe Biden, hizo oficial este miércoles su selección para liderar el Pentágono a partir de enero, un nominado que ha generado incomodidad entre los demócratas en el Congreso porque no se ajusta a los parámetros legales para ocupar ese cargo.
La nominación del general retirado Lloyd Austin es tan histórica -sería el primer secretario de Defensa afroamericano de Estados Unidos- como polémica, y el partido de Biden no la recibió con todo el entusiasmo que esperaba el presidente electo.
“Él es la persona correcta para este trabajo, en el momento correcto”, dijo Biden en el acto de nominación formal de Austin, en Wilmington (Delaware).
BIDEN PIDE UNA EXCEPCIÓN
El núcleo de la controversia está en una ley estadounidense creada en 1947 y modificada en 2008, según la cual tienen que pasar al menos siete años para que los militares retirados puedan ocupar el cargo de secretario de Defensa.
Austin solo lleva cuatro años como civil, por lo que para incorporarse al gabinete de Biden, necesitaría no solo el visto bueno del Senado, sino la aprobación de una excepción por parte de ambas cámaras del Congreso que le permita sortear la ley.
“No pediría esta excepción si no creyera que este momento en la historia lo exige”, afirmó el presidente electo.
Tanto él como Austin, que le acompañó en el acto, expresaron su respeto al principio de que el Pentágono debe estar dirigido por civiles, mientras que el Estado Mayor Conjunto sí está compuesto por militares que asesoran también al presidente.
“Llego a este papel como líder civil, por supuesto que con experiencia militar, pero también con un profundo aprecio y reverencia por la sabiduría de que nuestras Fuerzas Armadas deben estar controladas por civiles”, señaló Austin, de 67 años.
El acto de presentación fue, ante todo, un argumento a favor de conceder esa excepción a Austin, a pesar de que ese pase solo se le ha otorgado a dos titulares de Defensa desde mediados del siglo pasado.
El último en recibirlo fue James Mattis, el primer secretario de Defensa del Gobierno del actual presidente, Donald Trump, en 2017, y para muchos legisladores, obviar ese requisito legal dos veces en cuatro años es demasiado pedir.
“No apoyaré la excepción” para Austin, aseguró este miércoles la senadora demócrata Tammy Duckworth, miembro del Comité de Fuerzas Armadas del Senado.
Al menos otros tres senadores demócratas -Elizabeth Warren, Richard Blumenthal y Jon Tester- han expresado también su negativa a respaldar una excepción para el nominado por Biden, con el argumento de que tampoco lo hicieron para Mattis y no sería coherente cambiar ahora de posición.
Diecisiete senadores de ambos partidos votaron en contra de la excepción para Mattis en 2017, mientras que en la Cámara Baja fueron 151 congresistas los que se opusieron, sin impedir que finalmente se le otorgara.
Los demócratas contarán a partir de enero con una estrecha mayoría en la Cámara Baja, y aunque podrían controlar el Senado si ganan dos escaños que están en juego en el estado de Georgia, esa posible minoría sería ínfima, con la mitad de la cámara en manos republicanas.
No obstante, aún no está claro hasta qué punto llegará la oposición a la excepción para Austin, y es posible que Biden se apoye en el partido opositor para sacarla adelante.
DUDAS SOBRE SU EXPERIENCIA
Además de por su reciente incorporación a la vida civil, el nominado por Biden ha generado dudas por el hecho de que la mayor parte de su experiencia como militar de alto rango se centra en Oriente Medio, aunque ha ocupado cargos menores en Europa.
En un momento en el que el Pentágono piensa cada vez más en la competición con China, Rusia y en nuevos retos como la pandemia de la covid-19 o la crisis climática, algunos expertos, en su mayoría republicanos, han expresado preocupación por el perfil de Austin.
Quizá por eso, tanto Biden como Austin señalaron como prioridad la “reconstrucción” de las alianzas tradicionales estadounidenses en Europa, Asia y el Pacífico, sin mencionar Oriente Medio.
Pero la experiencia de Austin como jefe del Comando Central, encargado de las operaciones en Oriente Medio, sería sin duda útil para decidir qué hacer en los países donde Estados Unidos tiene aún tropas desplegadas, como Afganistán e Irak.
BIDEN CONTRA LAS “GUERRAS ETERNAS”
“Tenemos que acabar con las guerras eternas, y asegurarnos de que el uso de la fuerza es la última herramienta a la que podemos recurrir”, recalcó Biden.
Cuando Biden llegue al poder en enero -y si Trump cumple sus planes de retirada- apenas quedarán 2.500 efectivos estadounidenses en Afganistán y otros 2.500 en Irak, y el nuevo presidente deberá decidir cómo gestiona ese menor contingente.
Según el diario The Washington Post, la razón principal por la que Biden ha optado por Austin es la tendencia de ese general retirado a implementar órdenes más que tratar de imponer sus propias prioridades.
Ese perfil abriría paso a un mayor poder de la Casa Blanca, y de otros miembros del equipo de Biden como su asesor de seguridad nacional Jake Sullivan y su nominado como secretario de Estado, Antony Blinken, para diseñar la política de defensa y los pasos a seguir en países como Afganistán.
(Con información de EFE via Infobae)