WASHINGTON — La Casa Blanca les ha indicado a los republicanos en el Congreso que el presidente Donald Trump nominará a Amy Coney Barrett para cubrir la vacante dejada en la Corte Suprema por la muerte de Ruth Bader Ginsburg. Trump, buscando mantener el suspenso, les dijo a reporteros el viernes por la noche que había tomado su decisión, pero no reveló el nombre.
La selección de Barrett, si es confirmada por el Senado, le permitiría a Trump poner un sello histórico en el máximo tribunal apenas semanas antes de la elección presidencial.
Trump dijo que su selección era “muy emocionante”, sin dar el nombre, pero aliados republicanos dijeron que sería Barrett. “Bueno, yo no he dicho que sea ella, pero ella es excelente”, dijo Trump de la jueza federal de Indiana.
Grupos conservadores y aliados en el Congreso están sentando las bases para un rápido proceso de confirmación, incluso antes de que Trump anuncie oficialmente su selección el sábado en la Casa Blanca. Ellos, como el presidente, no han perdido tiempo para remplazar a Ginsburg, organizando una campaña millonaria de anuncios y alentando a los partidarios a respaldar a la nominada y la reelección de Trump.
El probable cambio en la composición de la Corte —de Ginsburg, un símbolo liberal, a una ultraconservadora— sería el mayor cambio ideológico desde que Clarence Thomas remplazó a Thurgood Marshall hace casi tres decenios.
Para Trump, proveerá una necesaria asistencia política en momentos en que trata de animar a su base de apoyo. Para los conservadores, será una esperada recompensa por su a veces incómoda adopción de Trump. Y para los demócratas será otro momento de ajuste de cuentas, ya que el partido está inmerso en una dura batalla para recuperar la Casa Blanca y el Senado.
Los senadores republicanos están preparándose para las audiencias de confirmación en dos semanas, y el voto en el pleno se espera para antes del día de la elección. Los demócratas esencialmente carecen de poder para impedir la votación.
“Confío en que él va a hacer una excelente nominación”, dijo el líder republicano del Senado Mitch McConnell en declaraciones a Fox News. “El pueblo estadounidense va a mirar detenidamente a la nominada y concluir, como muy probablemente concluiremos nosotros, que ella merece ser confirmada en la Corte Suprema”.
El senador demócrata Dick Durbin dijo por su parte que los republicanos “están determinados a hacerlo lo más pronto posible. Piensan que ayuda a Trump a ser reelecto”.
Trump había dicho que estaba considerando a cinco mujeres para la vacante de Ginsburg, pero Barrett estuvo en la Casa Blanca al menos dos veces esta semana, incluyendo una el lunes para reunirse con Trump. No se tiene información de que Trump se haya reunido con otras candidatas.
AMY CONEY BARRETT
Barrett, de 48 años, está ampliamente considerada como la principal favorita de Trump.
La jueza estuvo entre los finalistas para la segunda nominación de Trump al alto tribunal, que finalmente obtuvo el juez Brett Kavanaugh.
Barrett, católica devota y con siete hijos, es una favorita de los conservadores religiosos y se considera que rechaza de plano el aborto.
Barrett fue nominada por Trump a la Corte de Apelaciones del 7mo Circuito federal y confirmada por el Senado en octubre de 2017 por 55 votos a favor y 43 en contra. El 7mo Circuito, con sede en Chicago, cubre los estados de Illinois, Indiana y Wisconsin.
En sus casi tres años en el puesto ha firmado unas 100 opiniones, incluidas varias opiniones discordantes en las que mostró su claro y consistente cariz conservador.
Barrett sirvió como asistente legal del juez de la Corte Suprema Antonin Scalia. Trabajó brevemente como abogada privada en Washington D.C. antes de volver a la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame, donde estudió, para convertirse en profesora en 2002.
En 2017, durante su vista de confirmación en el Senado para el puesto en la corte de apelaciones, los demócratas presionaron a Barrett sobre si sus creencias afectarían a sus posibles fallos sobre el aborto y otras cuestiones sociales controvertidas.
Barrett respondió que se tomaba su fe católica en serio, pero que “yo recalcaría que mi afiliación religiosa personal o mi creencia religiosa no me eximen de mis deberes como juez”.
Está casada con Jesse Barrett, un exfiscal federal que ahora es socio en una firma legal de South Bend, Indiana. La pareja tiene siete hijos, incluidos dos adoptados en Haití y uno con necesidades especiales.
BÁRBARA LAGOA
Lagoa, de 52 años, es una jueza cubanoestadounidense de Florida que fue nominada por Trump en 2019 para servir en la Corte de Apelaciones del 11mo Circuito. Su nombre estaba en la lista de posibles elegidas publicada este mes por la Casa Blanca.
Criada en Hialeah, un suburbio de Miami con una considerable población hispana, es hija de exiliados cubanos que huyeron del régimen comunista de Fidel Castro. Habla español fluido y tiene un sólido historial conservador como magistrada.
Su posible nominación se ha presentado como una forma de que Trump refuerce su menguante apoyo en un estado indeciso crucial, donde sondeos recientes han mostrado en cabeza por un estrecho margen al candidato demócrata, Joe Biden.
Lagoa también supondría la ventaja de haber sido investigada por el Senado hace apenas 10 meses, cuando obtuvo una confirmación sin complicaciones por 80 votos a favor y 15 en contra, un apoyo bipartidista relativamente raro.
El 11mo Circuito tiene jurisdicción sobre Georgia, Florida y Alabama.
Lagoa se graduó en la Universidad Internacional de Florida y obtuvo su título de derecho en la Universidad de Columbia de Nueva York en 1992. Después trabajó como abogada particular en Miami durante aproximadamente una década.
En 2000, ganó notoriedad como parte del equipo legal que representó a los familiares de Elián González, un niño que se vio inmerso en una publicitada disputa de custodia entre su padre en Cuba y sus parientes en Miami.
Lagoa está casada con Paul Huck Jr., abogado de Miami. La pareja tiene tres hijos.
Fuente:Telemundo