Uruguay, un pequeño país en América del Sur conocido como “la Suiza de América”, está buscando inmigrantes para revertir el envejecimiento poblacional que amenaza su economía. Decenas de miles de cubanos y venezolanos que huyen de la crisis en sus países han hecho de Uruguay su segunda patria.
“Uruguay siempre ha sido un país de brazos abiertos para países que están expulsando a su gente, básicamente venezolanos, cubanos y de otros lugares de América Latina”, dijo en enero el presidente electo, Luis Lacalle Pou, en Punta del Este, un balneario turístico del país.
Lacalle, quien asumirá el próximo 1 de marzo el gobierno de la nación poniendo fin a 15 años de gobiernos de izquierda, ha dicho que lanzará un paquete de medidas para flexibilizar aún más las normas para obtener residencia en el país.
Uruguay, después de Cuba, es el país con más bajo crecimiento poblacional en América Latina. El gobierno uruguayo busca atraer entre 50,000 y 100,000 extranjeros, especialmente pequeños empresarios y personal calificado, según dijo el presidente electo.
“Nuestro país tiene que ser un lugar para que la gente que no la está pasando bien diga que aquí es un lugar donde se respeta la inversión, donde pueden traer a sus familias, donde hay certeza jurídica”, dijo el presidente electo.
Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas (CRI) de la Universidad Internacional de la Florida, considera que las condiciones para la emigración cubana a Estados Unidos han cambiado en los últimos años.
“Las políticas migratorias de la administración Trump han reducido la cantidad de cubanos que intentan ingresar a territorio estadounidense sin autorización”. Desde la eliminación de la política de pies secos, pies mojados en 2017 por el entonces presidente Barack Obama, Miami ha recibido un menor número de inmigrantes cubanos, agregó.
¿UN SUEÑO (SUD)AMERICANO?
En 2019 llegaron a Uruguay 19,925 cubanos, de acuerdo con cifras de la Dirección Nacional de Migración obtenidas por el Nuevo Herald. De ellos, solo 5,405 obtuvieron visados para entrar legalmente al país. La llegada de cubanos a Uruguay en 2019 supera en más de 11 veces el número de entradas del 2016.
En los últimos cinco años se han establecido en ese país 24,485 cubanos, según los saldos migratorios (el número de cubanos que llegan a Uruguay menos el número de cubanos que salen del país), una cifra nada despreciable para un Estado de 3.4 millones de habitantes.
Liliana Suárez dejó atrás hace siete meses a sus dos hijos pequeños en Cuba para ir en busca de lo que ella llama “el sueño uruguayo”. Empujada por la crisis económica que vive la isla y la falta de libertades, pagó cerca de $2,000 a alguien que desde Cuba le organizó el viaje. Guyana, uno de los pocos países exentos de visado para los cubanos, sirvió de trampolín.
“Fue muy difícil porque nunca había salido de Cuba. Verme de pronto en un país extraño [Guyana] y luego montándome en una avioneta para sobrevolar la selva del Amazonas fue algo que no olvidaré”, dijo en una conversación con el Nuevo Herald desde Montevideo.
“Pagas $1,200 por la travesía y además tu pasaje y gastos en el camino. De Guyana te llevan a Brasilia y de ahí hasta Porto Alegre. Luego el recorrido se hace en bus hasta Uruguay”, relató.
Suárez, de 33 años, dice que los principales problemas que tienen los inmigrantes cubanos en Uruguay son pagar el alquiler y conseguir trabajo.
“Aquí hacemos lo que los uruguayos no quieren hacer. Trabajamos en los jardines, somos domésticas, agricultores, barrenderos. Realmente el sueño de todo cubano es salir, no importa a dónde, y proveerse un futuro mejor pero este no es lugar para eso”, agregó.
Suárez lamentó que con su trabajo no le alcanza para enviar remesas a sus familiares en la isla, pero dijo que frecuentemente les hace recargas telefónicas para mantenerse en contacto.
En 2019 las remesas enviadas por inmigrantes desde Uruguay a sus países de origen superó por primera vez el número de remesas recibidas desde el extranjero. Cuba y Argentina son los países más beneficiados (con el 15% cada uno) de las remesas salientes, que tuvieron un valor de $61 millones, de acuerdo con los últimos datos publicados por el Banco Central de Uruguay.
En un futuro, Suárez planea emigrar a Estados Unidos. “Ese es el sueño de todo cubano”, dijo.
Según las leyes migratorias uruguayas, aunque los inmigrantes lleguen por la frontera y sin visado, son admitidos como refugiados. En pocas semanas el Estado les otorga un documento de identidad con el que acceden gratuitamente al sistema sanitario y educativo, considerado uno de los mejores de Latinoamérica. Además, obtienen permiso de trabajo para insertarse en el mercado laboral.
“Uruguay se vio sorprendido ante la llegada de dominicanos, venezolanos y cubanos. Al principio no estaba el país preparado para ello. Los trámites de residencia demoraban mucho, por la falta de conocimientos y personal”, dijo desde Montevideo Silvia Facal, historiadora e investigadora de la Universidad Católica.
Pero la situación ya no es la misma. “Uruguay cuenta con una legislación de avanzada, en donde se considera que la migración es un derecho”, agregó Facal.
La investigadora relató que entre las dificultades que tiene el país para acoger la llegada masiva de inmigrantes está “la vivienda, la cultura y reconocimientos de titulaciones universitarias”.
Facal aseguró que las diferencias culturales han producido “algunos hechos aislados de xenofobia” y que el temor de los inmigrantes a ser expulsados del país, aunque eso nunca se ha hecho, provoca que con frecuencia acepten precios abusivos o malas condiciones en los alquileres.
“Uruguay es un país caro. Aquí el sueldo mínimo es de $420 y muchas veces esto dificulta la vida de los inmigrantes”, explicó.
“Más de la mitad de la población uruguaya ve con buenos ojos la llegada de inmigrantes. Además, hay trabajo para ellos, dijo.
“Los inmigrantes en nuestro país son altamente valorados por los empresarios porque están muy cualificados. Esto se da principalmente entre los inmigrantes venezolanos y luego entre los cubanos. Montevideo ha vuelto a vivir el multiculturalismo que la caracterizaba antaño”, agregó.
LOS VENEZOLANOS EMIGRAN A URUGUAY
Los venezolanos también han encontrado en Uruguay un espacio para escapar de la peor crisis económica en la historia de su país.
Beatriz Vasquez, quien salió de Venezuela en 2017, es una maestra que tuvo que dejar el país “por problemas de salud”.
“Vine a Uruguay porque era el país que tenía mejores y más rápidos beneficios para obtener los papeles y estar legal”, contó.
En Venezuela vio morir a su madre y a un amigo cercano por la escasez de medicinas. No quería que eso le sucediera a sus hijos si algún día enfermaban, así que decidió tomar el camino del exilio, pero para ello tuvo que atravesar todo el continente.
“Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina… y después vine acá. Todo fue en bus porque me salía más barato”, contó. A diferencia de los cubanos, los venezolanos no necesitan visado para entrar al país.
“El venezolano aquí es muy bien recibido, bien tratado. Nos abren las puertas en todos lados. Nos dicen: bienvenidos, vengan más. Han flexibilizado ciertos trámites de revalidación universitaria para que nosotros los venezolanos podamos revalidar más rápido los estudios”, aseguró desde Montevideo.
Se estima que en Uruguay hay más de 12,000 venezolanos, una pequeña fracción de los más de seis millones que han huido del régimen de Nicolás Maduro y se encuentran por todo el continente.
A los venezolanos que pretendan emigrar a Uruguay, Vasquez les recomienda “venir con la mente abierta”.
“Este es un país laico, donde se acepta el matrimonio homosexual y es libre el consumo de marihuana. A veces la gente confunde libertad con libertinaje y se ve de todo. El inmigrante debe venir con una mentalidad abierta a aceptar la cultura y modo de vida del país, sin criticar ni juzgar”, agregó.
“Vengan preparados con dinero para pasar un mes y medio, porque los procesos laborales son lentos, el pago es mensual y no existe una ayuda humanitaria como la de Brasil o Colombia. Uruguay es un país para vivir tranquilo, no para ahorrar y después irse a otro país o regresarse a Venezuela con más dinero”, advirtió.
Fuente: El Nuevo Herald