Los helicópteros volaron a poca altura y a gran velocidad en medio de la noche. A bordo, fuerzas especiales de Estados Unidos con rumbo a un complejo en Siria donde se escondía el líder del grupo extremista Estado Islámico Abu Bakr al-Baghdadi. A medio mundo de distancia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, veía el operativo en tiempo real a través de un video, mientras las tropas se abrían paso en el escondite en el que el extremista más buscado del planeta daba sus últimos pasos.
El intrépido operativo fue la culminación de años de una constante labor de inteligencia, y una apresurada planeación de 48 horas una vez que Washington recibió la noticia de que Al-Baghdadi estaría en el complejo del noroeste de Siria.
La noche se desarrolló con precisión metódica y sin giros inesperados. Esta reconstrucción se basa en narraciones de primera mano por parte de Trump y otros funcionarios del gobierno ansiosos por compartir los detalles de cómo Estados Unidos abatió a su objetivo principal, así como comentarios de sorprendidos residentes que no tenían ni idea de que Al-Baghdadi estaba entre ellos.
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UNA CELEBRACIÓN Y UNA PLANEACIÓN SECRETA DE DOS DÍAS
Los eventos se desarrollaron con rapidez una vez que la Casa Blanca se enteró el jueves de que había “altas probabilidades de que Al-Baghdadi estuviera en un complejo de la provincia de Idlib.
Para el viernes, Trump ya tenía las opciones militares sobre su escritorio.
Para la mañana del sábado, finalmente el gobierno tenía información que permitía emprender acciones concretas.
No hubo señales del drama interno mientras Trump viajaba la noche del viernes a Camp David para celebrar el 10mo aniversario de bodas de su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner. Después viajó a Virginia en un fresco sábado de otoño para una ronda de golf en uno de sus clubes.
Jugó en compañía del comisionado de Grandes Ligas. Rob Manfred, de visita en la ciudad por la Serie Mundial, y con los senadores Lindsey Graham y David Perdue.
Trump volvió a la Casa Blanca a las 16:18 de la tarde. Hacia las 17, estaba de traje en la Sala de Operaciones en el sótano del Ala Oeste para monitorear el operativo que llevó el nombre de Kayla Mueller, una activista humanitaria estadounidense que fue asesinada por Al-Baghdadi.
Mientras, el resto de Washington se enfocaba en el cuarto juego de la Serie Mundial que estaba a punto de iniciar a unos kilómetros de distancia en el Nationals Park.
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PÁNICO Y MUERTE
Momentos después de que se reunió el equipo de la Casa Blanca, aeronaves estadounidenses, en su mayoría helicópteros CH-47 de doble rotor, despegaron desde la base aérea de Al-Asad en el oeste de Irak.
En cuestión de horas, Al-Baghdadi estaba muerto.
El primer indicio de que algo estaba sucediendo llegó cuando los habitantes vieron los helicópteros volando a baja altura en el horizonte.
“Salimos al balcón para ver y comenzaron a disparar, con rifles automáticos. Así que nos metimos y nos ocultamos”, dijo un residente no identificado. Entonces, una enorme explosión. Trump dijo que los soldados abrieron un agujero en un costado del edificio debido a que temían que la entrada estuviera conectada a explosivos. Al-Baghdadi huyó hacia una red de túneles y escondites que serpenteaban por el complejo.
El corpulento y barbudo extremista vestía un chaleco suicida y llevaba consigo a tres de sus hijos mientras escapaba de las tropas estadounidenses.
Trump, contento de relatar detalles dramáticos, dijo que conforme las tropas y las unidades caninas estadounidenses se acercaban, el extremista “gimió, lloró y gritó todo el camino” hasta su muerte.
“Llegó al final del túnel mientras nuestros perros lo perseguían”, relató el presidente. “Activó su chaleco, quitándose la vida y la de sus tres hijos”.
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ERA ÉL
El cuerpo de Al-Baghdadi quedó mutilado en el estallido y el túnel lo sepultó. Para encontrar sus restos, las tropas tuvieron que cavar entre los escombros.
“No había mucho de él”, dijo Trump. “Pero había partes importantes que trajeron de regreso”.
Fue entonces cuando el operativo militar se convirtió en una operación forense. Las fuerzas especiales estaban preparadas.
Habían llevado muestras del ADN de Al-Baghdadi.
Los soldados que realizaron el operativo pensaban que el hombre que intentaba huir se parecía a Al-Baghdadi, pero eso no era suficiente. En varias ocasiones habían circulado rumores sobre su muerte, y el líder extremista volvía a aparecer.
Esta vez no debía haber duda.
Técnicos de laboratorio realizaron un análisis de ADN en el lugar para estar seguros, y apenas 15 minutos después de su muerte, realizaron una identificación positiva de la víctima.
“Era él”, dijo Trump.
El cuerpo de Al-Baghdadi no fue lo único que recuperaron.
De acuerdo con el mandatario, las tropas estadounidenses permanecieron en el complejo alrededor de dos horas después de la muerte de Al-Baghdadi y recuperaron material sumamente delicado sobre el grupo Estado Islámico, incluyendo información sobre sus próximos planes.
Una vez que las tropas estadounidenses se retiraron, aviones de combate dispararon seis cohetes hacia la estructura para derribarla por completo.
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EL GRAN ANUNCIO
Trump estaba tan emocionado que apenas podía contenerse.
Dejó entrever la exitosa operativa militar la noche del sábado al tuitear que “¡algo muy grande acaba de suceder!”. El portavoz de la Casa Blanca Hogan Gidley anunció que el presidente daría una “importante declaración” la mañana del domingo.
Eso provocó alboroto entre los reporteros de Washington y Oriente Medio, y los medios de comunicación no tardaron en confirmar que tropas estadounidenses creían haber abatido al hombre más buscado de Estados Unidos.
En un indicativo del tenso ambiente político en Washington, los dos demócratas de mayor rango — la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y el representante Adam Schiff, quien preside la Comisión de Inteligencia de la cámara baja — no fueron alertados del operativo.
Trump no confiaba en que guardaran el secreto.
“Washington es una máquina de filtraciones”, dijo Trump. En este caso, señaló, “no hubo filtraciones ni nada. Los únicos que sabían eran los pocos con los que trato”.
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LA REVELACIÓN
Trump eligió la Sala Diplomática de la Casa Blanca para su gran anuncio del domingo.
Al anunciar la muerte de Al-Baghdadi, la comparó con la exitosa misión de 2011 en la que se dio muerte a Osama bin Laden, autor intelectual de los ataques del 11 de Septiembre.
Aunque bin Laden orquestó el ataque extremista más letal en la historia de Estados Unidos, la muerte de Al-Baghdadi —que ayudó a que en su momento de máximo dominio el grupo Estado Islámico controlara 88.000 kilómetros cuadrados (34.000 millas cuadradas) de territorio en Irak y Siria— era “la más grande posible”, declaró Trump.
Disfrutando del momento, Trump pasó más de 45 minutos dando declaraciones y respondiendo preguntas sobre la redada.
Para la tarde del sábado, la campaña de reelección de Trump ya estaba lista para convertir el operativo en material político. Envió un mensaje de texto a sus simpatizantes con la leyenda: “Trump llevó al líder terrorista #1 ante la justicia, él mantiene a Estados Unidos a salvo”, con las últimas cinco palabras en mayúsculas.
Fuente: AP