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Santos busca ayuda de $450 millones en Estados Unidos

por actualidad

El presidente colombiano Juan Manuel Santos es uno de los líderes más respetados del mundo entero.

Ganó el Premio Nobel de la Paz por su labor en poner fin al conflicto armado más prolongado del hemisferio con los rebeldes marxistas. Fue nominado a la lista de las 100 Personas Más Influyentes del 2017 de la revista Time.

Sin embargo, los niveles de aprobación en su propio país están en el punto más bajo de la historia. De hecho, sus ratings son apenas más altos que los de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo insurgente que ha sembrado el terror en su nación durante décadas.

Cuando Santos visite Washington el 18 de mayo, estará apoyándose en ese respaldo internacional para pedir al presidente Donald Trump que cumpla una promesa de $450 millones hecha por su predecesor para apoyar el acuerdo de paz. El problema es que es posible que su oposición colombiana haya llegado primero a presencia de Trump, y a ellos no les gusta la manera en que Santos planea usar ese dinero.

En un momento poco común, Santos habló de cómo lo han afectado las críticas en su propio país. El admitió que eso ha sido uno de los aspectos más difíciles de su presidencia.

“Mis adversarios, mis enemigos políticos, me han demonizado”, dijo hace pocos días ante una audiencia en la Universidad Javeriana de Bogotá. “ ‘Santos es un traidor, un traidor, un traidor’. Y eso ha sido muy difícil para mí, porque esa imagen es muy fácil de vender a cualquier ciudadano común y corriente, realmente”.

El júbilo a nivel mundial que siguió al histórico acuerdo de paz firmado a fines del año pasado con las FARC, nunca halló un verdadero eco dentro de Colombia, donde los graves elementos de la realidad que rodearon la implementación del complicado acuerdo, la incertidumbre en Venezuela y un escándalo de corrupción lanzaron a la nación en una caída en barrena.

Santos ascendió a la cumbre de la política colombiana más como un luchador que como un activista por la paz. Santos, antiguo periodista, prestó servicio en varias administraciones, pero se distinguió por primera vez en el 2006 cuando fue nombrado ministro de Defensa por el entonces presidente Álvaro Uribe.

Los dos hombres encabezaron una exitosa ofensiva militar contra las FARC que ayudó a debilitar a los rebeldes y a traerlos a la mesa de negociaciones. Ganó la presidencia en el 2010 con promesas de continuar una política de seguridad nacional de línea dura.

Aunque Santos comenzó su carrera con altos ratings de aprobación en la década de 1980, el apoyo interno se ha ido deteriorando con los años al tiempo que él buscaba el respaldo de la comunidad internacional para sus esfuerzos por conseguir la paz.

En una encuesta exhaustiva llevada a cabo por Gallup, Santos solamente mostró un rating de aprobación del 24 por ciento en febrero. En comparación, las FARC tuvieron un rating del 19 por ciento.

El mayor adversario actual de Santos fue antes su partidario más ferviente: Uribe, el popular presidente de dos mandatos consecutivos, quien entregó la presidencia a Santos en el 2010 creyendo que él continuaría su propia política de línea dura. Pero Santos empezó a dejar claro muy pronto que él tenía su propia plataforma, y que él iba a hacer las cosas de otra manera en un esfuerzo para traer la paz a Colombia.

Uribe encabezó la campaña del “no”, urgiendo a los colombianos a que no dieran su apoyo a un acuerdo que daría a las FARC escaños garantizados en el Congreso e inmunidad contra las sentencias de cárcel. En octubre, los votantes hicieron exactamente eso. Pero Santos siguió adelante como quiera y propulsó el acuerdo a través del Congreso colombiano, el cual lo aprobó en noviembre.

Desde entonces, los ataques de Uribe no han amainado. Ha llamado a Santos “Castrochavista”, haciendo referencia a los dos archienemigos de los latinoamericanos conservadores, Fidel Castro de Cuba y el líder fallecido de Venezuela, Hugo Chávez. Se quejó de que su ex ministro de defensa estuviera buscando la paz “a toda costa. Advirtió que, una vez que los ex guerrilleros entraran a la política, Colombia acabaría con una dictadura de izquierda.

“Se siente traicionado personalmente por el gobierno de Santos”, dijo Arlene Tickner, profesora de relaciones internacionales de la Universidad de Rosario en Bogotá. “Está convencido de que él puso a Santos en la presidencia. Y que Santos lo traicionó”.

Los $450 millones prometidos por Obama para ayudar a implementar el plan de paz están en duda, puesto que la administración de Trump planea reducir la ayuda al extranjero como parte de su recorte del 31 por ciento al Departamento de Estado.

Estados Unidos continúa jugando un papel desmesurado en la política interna de Colombia. Una declaración de apoyo por parte de Trump llegaría lejos en lo que se refiere a reforzar el apoyo interno de Santos en su país.

Pero antes de que Santos pudiera tener su oportunidad, Uribe parece haberle dado otro golpe por medio de adelantársele, al presentarse frente al presidente Trump para un saludo improvisado en el centro turístico de Trump en la Florida, Mar-a-Lago. Otro líder de la oposición colombiana, el ex presidente Andrés Pastrana, quien se dice acompañaba a Uribe, describió el encuentro con Trump como una “conversación cordial y muy franca” sobre los problemas en Colombia y en la región.

La administración de Trump restó importancia al encuentro, calificándolo de no haber pasado “de un saludo rápido”. La administración no ha dado indicación alguna de si apoyará el acuerdo de paz o de si impondrá más condiciones a cualquier ayuda estadounidense.

Santos es el segundo colombiano en ganarse un Nobel, después del escritor Gabriel García Márquez, quien recibió el premio en la categoría de Literatura en 1982. Santos restó importancia a los elogios y dedicó el premio a sus compatriotas, especialmente a las víctimas del largo conflicto.

“Para asegurar que no haya ni una víctima más en este conflicto tenemos que reconciliarnos, uniros y terminar este proceso, y empezar a construir una paz estable”, dijo en un breve discurso.

En un perfil publicado en la revista Time, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien fue rehén de las FARC y a quien Santos ayudó a poner en libertad, dijo que Santos había traído a la mesa a amigos y enemigos por igual, y que había logrado lo imposible: la paz.

“Rezo porque en Colombia podamos estar a la altura de su legado”, escribió Betancourt.

En su presentación en la Universidad Javeriana, Santos confesó que le había costado trabajo comunicar su mensaje al pueblo colombiano. Pero dijo que la gente en Colombia deberían estar bailando de alegría a causa del acuerdo de paz, como lo está él. Y ellos no lo están.

En lugar de eso, su nombre a menudo es fustigadoen la radio conservadora.

“Eso ha sido doloroso y difícil”, dijo Santos. “Pero allí uno tiene que perseverar, porque, cuando ellos están convencidos de que estás haciendo lo correcto, el éxito es el mejor antídoto para dificultades de ese tipo”.

 

Fuente: Elnuevoherald.com

fordonez@mcclatchydc.com; Twitter: @francoordonez.

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