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La lujosa vida de un empleado destapa caso de corrupción en Aeropuerto de Miami

por actualidad
Ivan Valdes / Foto: Dpto Prisiones Condado Miami-Dade

Ivan Valdes / Foto: Dpto Prisiones Condado Miami-Dade

Por: David Ovalle / dovalle@miamiherald.com

Mientras la mayoría de los empleados del Condado Miami-Dade enfrentaban las consecuencias de la recesión y las reducciones de sueldo hace algunos años, había uno al que parecía irle bien, de hecho, extremadamente bien. Iván Valdés, gerente de nivel medio del Aeropuerto Internacional de Miami, se aparecía a trabajar en un Porsche 911 de $69,000, vestía trajes caros y viajaba por todo el mundo sin reparar en gastos.

Su lujoso estilo de vida no pasó inadvertido entre sus colegas. Su jefe, Carlos José, llegó a preguntarse si su empleado no tendría un trabajo secreto como cantante. Cuando era adolescente, Valdés estuvo en un grupo de música llamado Chévere.

Pero la música no era la fuente de la nueva fortuna repentina de Valdés, que en realidad salía de lámparas y otros equipos de alta tecnología y elevado precio que el aeropuerto compraba en grandes cantidades.

Valdés estaba embolsillándose sobornos ilegales en una cadena de fraude que costó al aeropuerto y a los contribuyentes más de $5 millones por pagos excesivos por concepto de lámparas LED. Valdés comenzó a cumplir este mes una condena de 7 años por cargos estatales y federales de organizar el fraude. No obstante, documentos dados a conocer recientemente por la fiscalía sugieren que la estafa pudo haberse descubierto antes.

En algún momento del 2013 —un año antes que la policía y la fiscalía comenzaran una investigación— Valdés se acercó a José con una vaga oferta de negocios que ofrecía a su jefe “una caja llena de efectivo la mañana siguiente”, según los documentos. Es una oferta que José insiste haber rechazado.

Pero sigue sin estar claro si José, quien es todavía uno de los más altos funcionarios del aeropuerto, reportó la dudosa protesta a alguien en ese momento.

Al ser contactado por teléfono, José dijo al Miami Herald que había informado a “las autoridades pertinentes”. Pero dijo que no se acordaba de los detalles y sugirió en cierto momento de la entrevista que era posible que hubiera hablado con el inspector general del Condado. Pero ni la fiscalía ni la Oficina del Inspector General de Miami-Dade constataron haber recibido una denuncia de José, según documentos internos.

Gregory Chin, portavoz del aeropuerto, admitió a fines del mes pasado que “no existe documentación alguna” que respalde la afirmación de José. Alegando que se trata de una investigación en curso, Chin se negó repetidas veces durante las semanas que siguieron a dar más detalles, a pesar de que la fiscalía estatal declaró que la pesquisa a Valdés había terminado.

El viernes, Chin admitió finalmente que las investigaciones habían terminado y dijo que el Departamento de Aviación ahora “llevará a cabo una revisión más extensa de nuestros procesos de adquisiciones y de supervisión de la gerencia, y tomará todas las medidas necesarias en el momento apropiado”.

No estuvo claro de inmediato si esa revisión podría impactar a José, quien todavía es subdirector de instalaciones, mantenimiento e ingeniería, y supervisa un presupuesto de más de $100 millones y 400 empleados. José, quien ganó el año pasado $161,808, no ha sido acusado de ningún cargo penal y cooperó con la fiscalía mucho después que la investigación penal comenzara.

Durante más de una década, José fue el supervisor de Valdés, nacido en Cuba y quien que vino a la Florida en 1980 como parte del éxodo del Mariel. Cuando era adolescente, fue miembro de un grupo llamado Chévere Internacional, que hizo giras por América Latina siguiendo los pasos de Menudo, el popular grupo musical puertorriqueño en el que cantaba Ricky Martin en la década de 1980.

Pero Valdés dejó la música en 1985 para cuidar de su hermana y de su madre, que acababa de divorciarse, y a los 18 años empezó a trabajar en el Departamento de Aviación de Miami-Dade. Su primer empleo fue cortar el césped. Con el paso de los años, acabó supervisando a más de 100 a trabajadores de mantenimiento y contratos por valor de más de $30 millones en el Aeropuerto Internacional de Miami.

A partir del 2010, Valdés fue encargado de modernizar la iluminación del aeropuerto y se encargó de 20 compras mayoristas de luces LED de alta tecnología, que son más caras pero gastan menos electricidad y duran mucho más que los focos incandescentes.

Valdés hizo lo que le correspondía, pero además ayudó a amañar el proceso de licitación, asegurando que el costo de las lámparas fuera exageradamente alto y que solamente una compañía recibiera todos los contratos.

Esa compañía, Global Electrical & Lighting Supplies, era dirigida por su amigo Rolando Pérez, quien a su vez pagaba sobornos a Valdés. Global Electrical compraba los focos a otra compañía, Municipal Lighting Systems; su dueño, Roy Bustillo, era parte de la estafa y daba cotizaciones infladas a los competidores honestos de Global, para impedirles que ganaran los contratos.

En total, la cadena de estafas le robó al aeropuerto de $5.2 millones, de los cuales alrededor de $1.2 millones fueron a para a manos de Valdés.

Tanto Pérez como Bustillo fueron arrestados, juzgados y condenados. El grupo fue ayudado por José Barroso, ex ejecutivo del Aeropuerto Internacional de Miami que servía de mediador en sus transacciones. Además, entregaba el efectivo a Valdés en bolsas de compras, a veces hasta $50,000, en un estacionamiento del aeropuerto. Barroso, quien cooperó con los investigadores, fue sentenciado el viernes a ocho meses de cárcel.

En total, el Aeropuerto Internacional de Miami compró alrededor de 9,000 focos LED a través de Global Electric, que se usaron para iluminar las áreas de recogida y salida de pasajeros fuera de las terminales y los estacionamientos.

Valdés usó ese dinero mal habido para llevar un estilo de vida a todo lujo: el Porsche, palcos de lujo en la AmericanAirlines Arena y zapatos Christian Louboutin. A su esposa le compró docenas de zapatos Louis Vuitton, que después de su arresto fueron confiscados y sacados en sus cajas en una camioneta de la policía.

El dinero fluía a contracorriente de la persistente recesión que afectaba a todos. La economía se estaba recuperando muy lentamente y los empleados del Condado habían sufrido fuertes reducciones de sueldo. Valdés ganaba bastante —un sueldo anual de $98,000— pero su esposa no trabajaba, de forma que sus gastos llamaron la atención de sus colegas.

“Sabiendo lo que yo estaba pasando, y lo que estaban pasando todos los demás en el Condado, me resultaba muy sospechoso el simple hecho de que alguien empezara a vestirse muy bien y se comprara un carro así”, dijo luego José a los detectives en una declaración jurada.

Valdés empezó a hacer viajes con frecuencia. “Una vez fue a Trinidad,” dijo José a la policía. “Otra vez fue Los Ángeles, y otros más”.

José aseguró que le había preguntado a Valdés si “estaba haciendo algo” para complementar sus ingresos, lo cual hubiera exigido que pidiera aprobación y que llenara un formulario de empleo independiente. “Le pregunté porque yo soy responsable y quiero saber si está pasando algo”, dijo José.

La respuesta de Valdés fue vaga. “Tengo una cosita por afuera”.

José dijo a la policía que él pensaba que a lo mejor Valdés estaba ganando dinero como cantante. “El siempre le decía a la gente en el Condado, en el Departamento de Aviación… que antes hacía giras como cantante y cosas así, de modo que no le presté mucha atención”, dijo José al investigador de corrupción de la fiscalía estatal, Michael Watson, y al fiscal Ronald Dowdy.

Pero José no presionó a Valdés para que le diera más detalles. En su lugar, recordó a todo el personal en una reunión que se aseguraran de llenar los formularios de autorización de empleo independiente.

Fue un poco tiempo después que Valdés, en un almuerzo, se acercó a José con la oferta de entregarle una caja llena de dinero si participaba en una operación, que no describió. José recordó que Valdés dijo algo así como “es todo en efectivo… no tienes que ensuciarte las manos” y “estas personas se van a ocupar de ti”.

“No estoy interesado, sólo tengo tiempo para mi familia”, alegó José que le contestó, según su declaración jurada.

En una entrevista con el Herald, José dijo que Valdés no no presionó y no ofreció más detalles.

“No sabía de qué se trataba. No sabía si tenía que ver con el aeropuerto”, dijo José. “Él nunca insistió, no dio muchos detalles”.

No está claro por qué Valdés se sintió los suficientemente seguro para hacer la oferta a su jefe. José le dijo a la policía que no tenía relaciones con Valdés fuera del trabajo.

Sam Rabin, el abogado de Valdés, declinó comentar.

Si José reportó la oferta de efectivo ilícito en el 2013, no hay registro alguno de que esa información llegó a las autoridades.

El Grupo de Trabajo contra la Corrupción Pública de la fiscalía estatal no comenzó a investigar el asunto hasta principios del 2014, cuando el nombre de Valdés salió a relucir en algunas transacciones bancarias sospechosas. La Oficina del Inspector General de Miami-Dade no se involucró hasta septiembre del 2015, a solicitud de la fiscalía.

Una pesquisa separada del FBI sobre los contratos comenzó en el 2015, según documentos federales, y fuentes ha dicho que esa investigación no comenzó con José.

José no se reunió con los detectives de Miami-Dade que investigan casos de corrupción pública hasta junio del 2015, según el expediente de la fiscalía, y cinco meses más tarde hizo una declaración jurada. Las autoridades se le acercaron porque era el jefe de Valdés.

Al pedírsele pruebas de que José reportó el encuentro a sus superiores, Chin, el portavoz del aeropuerto, dijo: “No hay documentación sobre esto”.

Chin citó inicialmente la investigación de la fiscalía como la razón por la que “no podemos hacer comentarios”.

Pero un portavoz de la Fiscalía Estatal confirmó que en momentos que Valdés está a punto de comenzar a cumplir su pena de prisión, la investigación queda oficialmente cerrada. Cuando se le preguntó de nuevo sobre los registros, Chin contestó que hay “una investigación más amplia de otras agencias relacionada con Iván que sigue su curso”.

Al pedírsele que identificara las agencias, Chin escribió: “Es mejor que no”. Para el viernes, después de varias solicitudes de información del Herald, el aeropuerto concluyó que el caso de Valdés está definitivamente cerrado.

Jay Weaver, redactor del Miami Herald, contribuyó a este reportaje.

Fuente: http://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article139507348.html#storylink=cpy

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