Hace apenas un año los Huracanes de Miami vendieron sólo 29.000 abonos, a unos pocos fanáticos esperanzados en ver a su equipo triunfar en casa, en el para entonces, Sun Life Stadium. El conjunto del Sur de Florida terminó con marca de 8-4, quedándose cortos, una vez más, de la ansiada marca de 10 triunfos.
Hasta el viernes, un día antes del comienzo de la campaña del 2016-2017, las ventas superaban los 40.000 fanáticos que decidieron comprar el paquete para toda la temporada, mientras que para el día inaugural, de este sábado tres de noviembre en el recién renovado Hard Rock Stadium, sólo restaban 3.500 boletos para agotar todas las localidades.
El incremento en dichas ventas, reflejan las expectativas que existen para esta próxima campaña de los Huracanes de la Universidad de Miami. Existen tres causas del incremento del interés de unos fanáticos de Miami que ven con esperanzas cómo puede acabar una racha de 12 años en la que no consiguen al menos 10 triunfos en una campaña.
Primero está el estadio, que $500 millones después luce como un recinto completamente nuevo, siendo una atracción extra para el fanático curioso. En el aspecto del juego está el factor de Mark Richt, nuevo entrenador que llega tras una exitosa pasantía por el programa de Georgia.
Y por último está Brad Kaaya, el quarterback del equipo, al que muchos proyectan para pelear por el premio Heissman, que se le entrega al mejor jugador del año en la NCAA.
Si bien este primer juego, ante Florida A&M, no presenta grandes retos para los Huracanes, tendrá un gran significado por ser lo que parece para muchos el comienzo de una nueva era; una etapa por la cual los fanáticos de UM esperan sea la que acabe con la sequía de triunfos de un equipo que se ha coronado cinco veces campeón de la nación, la última en el 2001.
En las palabras de Kaaya, que escribió en el Players Tribune, Miami es el “Gigante Dormido”.
Ricardo Montes de Oca