Los latinoamericanos estamos acostumbrados a la figura de la empleada doméstica en nuestros hogares. Para muchas familias, la nana ha sido una madre postiza que cuida de los niños, cocina, mantiene la casa en orden mientras nuestras madres trabajan o incluso se dedican a asistir a eventos sociales.
Tan arraigadas en nuestra cultura están que las telenovelas latinoamericanas nos han traído desde siempre desgarradoras historias de amor y dolor entre el joven de la casa y la dulce empleada, o del abusivo viejo que la manosea sin pudor mientras la dueña de casa la repudia por «trepadora y arribista».
No, no se ría. La vida de muchas mujeres en el sur de la Florida, trabajadoras del hogar, puede que no sea de telenovela; es mucho peor.
De acuerdo a la Alianza Nacional de trabajadores del hogar, en nuestra región existen aproximadamente 95 000 empelados del hogar: 80% de ellos son mujeres y 65% son indocumentados. Incluyen a personas que cuidan niños, ancianos, limpian casas ya sea por jornadas o viven en las casas de sus empleadores.
Marcia Olivo, representante del Miami Worker’s Center, explica que se trata de una industria que funciona sin ningún tipo de regulación. «Cuando se crearon las leyes laborales que protegen a cualquier empleado en este país (1938), las personas que hacían el trabajo doméstico eran personas de la raza negra y no se les incluyó en la ley por eso.
Décadas más tarde, las leyes no han cambiado. Ahora son los inmigrantes quienes realizan estas labores. Si a no tener derechos laborales sumamos que muchas son indocumentadas, imaginen la cantidad de abuso y miedo que se pasa en esa industria», dijo en rueda de prensa convocada por representantes de organizaciones no gubernamentales dedicadas a la protección de los inmigrantes y trabajadores.
Olivo explicó que el salario mínimo que reciben este tipo de trabajadoras es de US $ 6.15 la hora o menos, y trabajan entre 13 y 15 horas al día. Tal es el caso de Carla Hansack, nicaragüense que laboró durante un poco más de un año para un empleador en Miami Beach, viviendo en su casa. Carla cuenta que «los viernes eran especialmente duros; tenía que cocinar, cuando se iban sus invitados yo tenía que quedarme a recoger toda la cocina y dejar todo en orden.
Cuando los dueños de casa salían yo debía quedar atenta al monitor del niño. El sobrante de la comida que quedaba del viernes, era lo que yo comía en la semana. No se me permitía traer comida de mi casa o preparar nada en su cocina para mí. Un lunes al llegar a trabajar sencillamente me dijeron que ya no me necesitaban más, sin mayor explicación».
Por su parte, Karla De Anda, mexicana de Guadalajara, quien por 14 años trabajó como niñera, dice: «Me trataron increíblemente bien, pero ahora no tengo retiro, nunca tuve seguro médico, estoy propensa a tener cualquier enfermedad. Hay una obligación moral de los empleadores; no todos son malos, algunos dan días por enfermedad, pagan buenos salarios, dan vacaciones pagadas, pero la mayoría no».
Ada Bermejo, de Mendoza, Argentina, representante de Dreamer’s Moms, se dedicó por años a cuidar niños. Nos explica que esa labor es sumamente delicada y representa una gran responsabilidad: «Queremos que tomen en cuenta que muchos, cuando salen a trabajar, dejan en su casa a una trabajadora del hogar que se hace responsable y trabaja con amor, hace de Nanny, de enfermera, cuida a sus hijos o a sus padres a veces, entonces, ¿por qué esas personas no pueden tener derechos como cualquier trabajador normal?»
Claudia Saucedo, también representante de Dreamer’s Moms, dice que la cantidad de abusos es enorme: «Por eso es muy importante que las trabajadoras del hogar nos organicemos y luchemos por nuestros derechos. Tenemos todo tipo de ejemplos de mujeres, historias muy tristes que van desde que les queman sus pasaportes al llegar a este país, algunas mujeres son prácticamente secuestradas, sin acceso a teléfono.
Estas mujeres tienen miedo y nosotros queremos impulsarlas. Yo como indocumentada, como trabajadora del hogar, también he sufrido abusos aunque no tan graves, me hice responsable de la voz de todas estas mujeres. Hacemos un llamado a todas las trabajadoras del hogar y les decimos que no están solas, que podemos unirnos, apoyarnos entre todas para organizarnos y pelear por nuestros derechos acá en el sur de la Florida».
Por esta razón, este próximo 23 de julio en el Wolfson Campus del Miami Dade College, en el downtown de Miami, se realizará el 1ra Asamblea de Trabajadoras del Hogar. En esta asamblea, totalmente gratuita, los organizadores esperan reunir entre 200 y 300 personas para que se conozcan, y sepan que muchas están luchando para que puedan salir de la oscuridad.
Ese día habrá muchos proveedores de servicios, desde abogados de inmigración hasta clínicas y les podrán decir dónde recibir servicios gratuitos.
El anuncio de la realización de la asamblea ocurre en el marco del 5to aniversario de la Convención del trabajo doméstico de la OIT y las organizaciones Centro de Trabajadores de Miami, New Florida Majority, Dreamer’s Moms, National Domestic Workers Alliance, South Florida AFL-CIO, Haitian Women of Miami – FANM, Florida Immigrant Coalition, junto a trabajadoras del hogar y miembros de la comunidad en general, invitan al evento que será totalmente gratuito, se celebrará entre las 9.00 am y las 4.30 pm y contará con interpretación simultánea en inglés, español y creole.
Para inscribirse, envíe un mensaje de texto con la palabra «TRABAJADORAS» al 313131 o puede hacerlo en línea. Durante la misma, las trabajadoras del hogar podrán aprender sobre sus derechos, los riesgos del tráfico humano, y cómo participar en una campaña para que se generen leyes laborales que las protejan como a cualquier otro trabajador.
California, Nueva York y Hawai ya tienen cartas de derechos laborales para los trabajadores del hogar; Se espera replicar estos mismos logros en Florida.
Fuente: Miamidiario.com