Chris Bosh jugó su último partido el 9 de febrero: 18 puntos y 5 rebotes ante los Spurs. Primero fueron unos teóricos problemas musculares los que le pararon de cara al All Star de Toronto, en el que iba a regresar a la ciudad en la que jugó sus siete primeras temporadas NBA y en el que iba a participar además en el concurso de triples. Pero las peores noticias estaban por venir: una semana después de ese último encuentro se hizo público que Bosh volvía a tener coágulos de sangre, esta vez en una pantorrilla.
Casi un año después de saber que se perdería el resto de la temporada 2014-15 por un problema similar en los pulmones. La reincidencia complicaba además mucho la situación para el ala-pívot de Lincoln, que se enfrentaba a otro final de temporada en blanco. Entre las dos últimas campañas, tras la salida de LeBron y su renovación con los Heat por 118 millones en cinco años, ha jugado 97 partidos de 178 posibles.
Desde entonces, la situación ha ido enredándose, o como mínimo enviando señales poco halagüeñas. El periodista Ira Winderman, del Sun Sentinel, aseguró que, en su opinión y por lo que percibía en el entorno de la franquicia, Bosh no volvería a jugar un partido de la NBA. El propio jugador trató de regresar para los playoffs, él y su mujer hicieron campaña de forma explícita para ello, e incluso trató de implicar al sindicato de jugadores para que desbloqueara su caso. Finalmente no volvió, y emitió un comunicado conjunto con los Heat de tono amable… y fondo más bien poco preciso en todo lo que fuera más allá del término de la presente temporada.
La temporada ha acabado para el equipo de Florida tras el séptimo partido perdido en Toronto en segunda ronda del Este. Y el verano será difícil para el mandamás Pat Riley y el dueño Micky Arison: acaban contrato Dwyane Wade, Hassan Whiteside, Luol Deng, Joe Johnson, Gerald Green y Amare Stoudemire. Pero no Bosh, que tiene pendientes de cobro tres temporadas (hasta 2019) a cambio de algo más de 75 millones. Y de lo que suceda con él, claro, depende gran parte del futuro de la franquicia. Por ejemplo, qué hacer con Whiteside, el pívot que va a pasar de cobrar 981.000 dólares a firmar un contrato máximo en Miami… o en otro sitio.
Casualmente, el último trino de Bosh en las redes sociales era de apoyo para su compañeros del Miami Heat antes del choque decisivo ante los Raptors.
Bosh quiere jugar y Miami quiere que juegue pero si no puede hacerlo, se tiene que plantear desde un punto de vista organizativo si le compensa tener tanto dinero invertido en un jugador que (11 veces All Star) no ha podido terminar ninguna de las dos últimas temporadas. Suena crudo, pero es así: Chris Bosh cobraría en todo caso su contrato íntegro, pero los Heat podrían sacarlo de sus libros de cuentas (a efectos de salary cap) y recibir alguna pequeña compensación si se considera al jugador «médicamente no apto» para volver a jugar al baloncesto. Y lo peor que es que hay opiniones profesionales en ese sentido: una vez que el problema ha aparecido dos veces en el plazo de poco más de un año, algunos expertos hablan de un riesgo enorme incluso para la vida de Chris Bosh. Una frontera que desde luego Miami Heat no va a atravesar.
¿Qué va a pasar ahora? Se acerca el verano y habrá más espacio para que las partes reflexiones y tomen sus decisiones. Bosh seguirá a priori en nómina en el decisivo tramo en el que la franquicia tiene que tomar tantas decisiones vitales para su futuro. Si cuando se cumpla un año de ese último partido jugado (sería el próximo 9 de febrero de 2017), Bosh no ha reaparecido, se abriría la puerta al examen de un médico independiente (recomendado por las partes). Y si este se posicionara contra el regreso de Bosh, Miami podría pagarle pero liberar la masa de su contrato. En todo caso, y aunque las noticias no son como mínimo demasiado halagüeñas, mejor dejar por ahora las puertas abiertas a la continuidad de uno de los mejores ala-pívots de su generación.
Fuente: Miamidiario.com