CAYKARA, Turquía (AP) — Con los cuellos de sus abrigos alzados para protegerse del frío al anochecer, un grupo de hombres y mujeres atisba con binoculares detrás de una cerca con alambrados de púas. A unos pocos kilómetros más allá de la frontera turca, se elevan columnas de humo negro en la acosada ciudad siria de Kobani mientras repiquetean los impactos de mortero.
Son algunos de los centenares de voluntarios, mayormente turcos curdos, que han llegado desde sus pueblos y ciudades en el sudeste de Turquía, y aun de Estambul, para vigilar la frontera. Tratan de detectar posibles combatientes del grupo extremista Estado Islámico que intenten llegar a Kobani, sitiada desde mediados de septiembre por los islámicos y defendida por combatientes curdos sirios conocidos como Unidades de Protección Popular.
«A decir verdad, no confiamos (en los guardias fronterizos turcos) porque hemos visto muchas ocasiones en que el gobierno turco ha flexibilizado sus fronteras para que crucen los combatientes de ISIS (siglas del Grupo Islámico), armas y apoyo logístico», afirmó Ibrahim Binici, un legislador turco del partido izquierdista HDP, quien en septiembre hizo un llamado en busca de voluntarios.
Turquía lo niega. Pero la profunda desconfianza en las autoridades turcas que reina en el área fronteriza refleja la complicada actitud de Turquía hacia los extremistas islámicos que han capturado regiones de Irak y de Siria, y sus mismas relaciones tensas con su propia población curda.
La renuencia del país a sumarse a una acción internacional concertada contra el Estado Islámico en Siria e Irak, sobre todo con ataques aéreos, ha frustrado Estados Unidos y sus aliados europeos. Pero Ankara insiste en que la prioridad debería ser la destitución del presidente sirio Bashar al Assad, cuya represión en 2011 a los manifestantes que pedían más democracia desencadenó un levantamiento que se convirtió en una guerra civil.
La posición turca es «ambivalente en el mejor de los casos, incierta en el peor», comentó Serhat Guvenc, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Kadir Has, de Estambul.
Guvenc opina que un motivo es que Turquía sospecha que el Estado Islámico «está aquí para quedarse», o sea que el grupo pasará a ser parte de la comunidad suní en Siria e Irak, que también tiene fronteras con Turquía. Ankara por lo tanto cree que inevitablemente tendrá que tratar con el grupo extremista.
Otra razón es la cuestión curda. Los separatistas curdos han librado una guerra de guerrillas durante 30 años en el sudeste de Turquía que ha dejado decenas de miles de muertos.
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Mohammed Rasool contribuyó desde Caykara.
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