WASHINGTON (AP) — El presidente Barack Obama logró lo que se propuso la semana pasada cuando las dos cámaras del Congreso aprobaron por enorme margen armar y entrenar a rebeldes sirios moderados para combatir a los milicianos del Estado Islámico. Pero la aprobación es solo por menos de tres meses, y muchos legisladores quieren poder de decisión sobre el resto del plan que dispone despachar unos 1.600 asesores militares a Irak y expandir los ataques aéreos a territorio sirio.
«Ya era hora de que el Congreso autorizara la acción militar», dijo el senador Dick Durbin, el segundo demócrata en jerarquía en el Senado. «Estamos viviendo en tiempo prestado».
Se anticipa un enfrentamiento cuando los legisladores regresen al Capitolio después de las elecciones de medio término, y nadie puede anticipar cómo se desarrollará.
La autorización para capacitar a las unidades de oposición siria como complemento de los ataques aéreos estadounidenses expira el 11 de diciembre, en cuya fecha el esfuerzo de entrenamiento ni siquiera habrá comenzado. Los líderes militares dicen que la operación necesita hasta cinco meses para empezar a funcionar. La autorización para el programa de entrenamiento está incluida en una versión del proyecto de política de defensa de este año, pero su aprobación no está garantizada.
Aunque algunas encuestas recientes revelan un giro en las actitudes estadounidenses en favor de la intervención extranjera, las heridas de trece años de guerra en Irak y Afganistán no han cicatrizado todavía. El apoyo público y congresual podrían ser solo temporales, aguzados por la decapitación de dos periodistas estadounidenses por el Estado Islámico. Veintidós senadores y 156 representantes, republicanos y demócratas incluidos, se opusieron a la disposición la semana pasada. Varios dijeron que votaron a favor a regañadientes.
«Sé que no es un plan perfecto, pero creo que debemos empezar por algo», dijo el representante demócrata Jim Langevin al secretario de defensa Chuck Hagel en una audiencia.
Las elecciones de noviembre tendrán un impacto significativo. Si los republicanos ganan la mayoría en el Senado, podrían demorar la renovación de la autorización hasta enero cuando los nuevos senadores ocupen sus bancas y puedan lograr concesiones de Obama en cuestiones de política externa e interna. Si no logran ganar seis bancas y siguen en minoría en la cámara alta, los republicanos podrían mostrarse todavía menos dispuestos a cooperar con el presidente. Y para Obama, los demócratas también son aliados confiables hasta cierto punto.
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