NUEVA YORK (AP) — El zumbido de una gran cantidad de generadores móviles, calderas y bombas emerge a cuadras del distrito financiero de Manhattan y se convierte en un continuo estruendo al sur de Wall Street. Es un sonido ahora familiar de un área que trabaja para recuperarse tras el paso de la supertormenta Sandy.
Otras zonas de la ciudad han recibido visitas del alcalde y atención mediática luego que la tormenta del 29 de octubre mató a decenas de residentes y destruyó hogares en vecindarios costeros. Menos evidentes fueron los millones y millones de galones de agua de mar que causó estragos en los paneles eléctricos subterráneos y otras infraestructuras internas a lo largo del bajo Manhattan, haciéndolas inutilizables incluso después de que se restauró la energía eléctrica en el área.
«Había olas en Wall Street, todo llegó hasta allá», dijo Mike Lahm, un ingeniero de obra que sorteó la tormenta en 120 Wall Street, durante un reciente recorrido al sótano del rascacielos.
Casi un mes después, algunos de los altos edificios que albergan bancos de inversión, importantes despachos de abogados y lujosos apartamentos se han repuesto rápidamente. Pero otros edificios continúan escalofriantemente oscuros y vacíos.
Los propietarios han advertido que la electricidad no se recobrará por completo durante semanas, si no es que meses, dejando a negocios y residentes desplazados y con la incertidumbre de cuándo —si es que llega el día— podrán regresar. JP Morgan Chase, el periódico Daily News y la organización Unión Estadounidense por las Libertades Civiles se encuentran entre los inquilinos que operan en ubicaciones satélite después de verse obligados a dejar sus sedes en el bajo Manhattan.
Fuertes inundaciones también azotaron un complejo de apartamentos multimillonarios a lo largo del río Hudson, cuyos adinerados propietarios —se reporta que entre ellos se encuentran Gwyneth Paltrow y Meryl Streep— podrían refugiarse tranquilamente en segundos o terceros hogares en zonas más altas y secas.
«Lo que vemos es un éxodo masivo», dijo Gail Strum, residente del centro de la ciudad, mientras recuperaba algunos documentos y otras pertenencias de un edificio de apartamentos en renta que permanece sin electricidad. «Se siente como si no hubiese retorno».
En teoría, el comentario de Strum suena demasiado pesimista. El Departamento de Edificaciones de la ciudad declaró inseguros solamente a nueve edificios en el bajo Manhattan debido a daño en su estructura por la tormenta, y la compañía de energía eléctrica, Consolidated Edison (Con Ed), señaló que todos los edificios de la ciudad contaban con electricidad y energía para el 15 de noviembre.
Una firma de asesoría de bienes raíces que rastrea la recuperación del bajo Manhattan, Jones Lang LaSalle, indicó que 49 de los 183 edificios de oficinas en el distrito empresarial fueron cerrados por fallas mecánicas. Para el más reciente conteo, al menos la mitad de ellos recuperó sus operaciones por completo, incluso si eso signifique depender de energía eléctrica temporal. Se espera que más hagan lo mismo.
«Vemos eso como un ritmo muy saludable», dijo John Wheeler, un ejecutivo de Jones Lang LaSalle.
Una historia exitosa fue la de 120 Wall Street, un rascacielos de 34 pisos construido cerca de East River y que alberga a organizaciones sin fines de lucro como National Urban League, el United Negro College Fund y el Eye-Bank for Sight Restoration.
Incluso antes de que Sandy golpeara, el propietario Silverstein Properties se adelantó a las dificultades por obtener recursos al conseguir generadores portátiles de diesel capaces de proveer 2 megavatios de energía cada uno. Poco después, el edificio compró su propio tanque de combustible en Pensilvania —y un equipo de seguridad de Florida para su cuidado— para poder mantener los generadores encendidos durante el periodo de escasez de gasolina.
Usando una mezcla de energía del generador y el servicio restablecido de Con Ed, los ingenieros tuvieron los elevadores, luces y sistemas de clima artificial funcionando para mediados de noviembre.
Para los inquilinos, «es como si el edificio operase con normalidad», dijo Jeremy Moss, un vicepresidente de Silverstein Properties.
Lo que los arrendatarios no ven en las entrañas de 120 Wall Street es una maraña de cableado temporal y al descubierto que va de un lado a otro. La advertencia «CABLES SUELTOS. ALEJESE» está pintada con pintura roja en aerosol en la puerta de un cuarto lleno de interruptores, fusibles o cortacorrientes después de que quedó bajo las aguas. El aire se siente húmedo y mohoso. «El aroma del río Este», dijo Lahm, jefe de ingenieros del edificio.
Ante el temor de que el río Este trate algún día de reunirse de nuevo con el río Hudson, 120 Wall Street y otros edificios enfrentan un trabajo aún mayor y más costoso: Trasladar la crucial infraestructura a pisos superiores o incluso a los techos.
«Vamos a tener que reubicar el equipo para que la historia no se repita», dijo Moss.
Lejos, en las partes más altas de la ciudad, el Centro Médico Langone de NYU y el Centro Hospitalario Bellevue tuvieron que instalar generadores en pisos elevados donde pudieran ser protegidos en caso de inundación. Pero aun así sufrieron fallas con Sandy, aparentemente porque otros componentes importantes del sistema de respaldo de energía eléctrica, como las bombas y tanques de combustible, se encontraban en los sótanos a una cuadra del río Este.
Mientras que el 120 Wall Street goza de cierto grado de normalidad, otras torres de cristal más nuevas y altas a su alrededor siguen cerradas y cuadrillas de contratistas y trabajadores luchan por recuperar la electricidad, los teléfonos y otros servicios.
El desorden en el bajo Manhattan también ha llegado a los tribunales. La semana pasada, un residente de una torre de apartamentos de lujo que permanece deshabitada presentó una demanda por 35 millones de dólares contra la compañía de administración y consejo del edificio, acusándola de «culpa grave» tras el paso de Sandy.
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La periodista de The Associated Press Jennifer Peltz contribuyó con este despacho.
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