WASHINGTON (AP) — No hay nada como un desastre natural para que algunos pongan en entredicho los comentarios de los políticos que buscan reducir la capacidad de gasto del gobierno.
Después de que la supertormenta Sandy embistió la costa oriental de Estados Unidos, el candidato presidencial republicano Mitt Romney pareció simpatizar más que antes con la agencia federal que tiene la misión de coordinar la prestación de ayuda en casos de desastre. Apenas el año pasado, cuando Romney viraba más a la derecha en busca de apoyo a su candidatura por el Partido Republicano, parecía sugerir que la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) debía cerrarse, y que sus responsabilidades tendrían que cederse a los gobiernos estatales.
«Cada vez que hay una oportunidad de quitarle algo al gobierno federal y devolverlo a los estados, ése es el camino correcto», dijo Romney en un debate realizado en junio de 2011. «Y si puedes ir más allá, y devolver eso al sector privado, mucho mejor».
El moderador del debate era John King, de la cadena CNN, quien le preguntó a Romney si esa postura incluiría los recursos para atención en casos de desastre. Romney respondió, «no podemos darnos el lujo de hacer esas cosas sin poner en jaque el futuro de nuestros hijos. En mi opinión, es sencillamente inmoral que continuemos acumulando deudas más y más grandes y que las heredemos a nuestros hijos».
Ahora, una semana antes de las elecciones y en medio de una catástrofe, la campaña de Romney trata de garantizar a los votantes que un eventual gobierno del republicano no dejaría abandonadas a su suerte a las víctimas de algún desastre. La atención del público se concentra en la devastación causada por Sandy en un momento en que Romney y el presidente Barack Obama están enfrascados en una contienda electoral muy apretada.
Y mientras Obama se involucraba en la entrega de fondos federales para la población afectada, los colaboradores de Romney debieron reaccionar rápido para asegurar a los votantes que el candidato está a favor de un programa robusto que preste atención tras los desastres.
«Creo que la FEMA desempeña un papel crucial al trabajar con los estados y gobiernos locales con el fin de prepararse para los desastres naturales y atender sus consecuencias», dijo Romney en un comunicado difundido el miércoles por su equipo de campaña. «Como presidente, garantizaré que la FEMA tenga la financiación necesaria para cumplir su misión, y simultáneamente destinaré los máximos recursos a los equipos de emergencia que trabajan incansablemente para ayudar a quienes lo necesitan, porque los gobiernos estatales y locales se encuentran en la mejor situación para llevar la ayuda a las comunidades e individuos afectados por los desastres naturales».
El comunicado del miércoles surgió un día después de que el candidato dejó pasar varias oportunidades para aclarar personalmente su postura. Esencialmente, la declaración escrita manifestó respaldo al sistema actual para brindar ayuda en casos de catástrofe.
Lo que no precisó la campaña es si Romney, de llegar a la presidencia, insistiría en que la ayuda para las víctimas de los desastres sea financiada mediante el recorte a otros programas contemplados por el presupuesto federal, como muchos republicanos conservadores exigen.
Cuando los tornados y huracanes han azotado estados mayoritariamente conservadores, incluso los simpatizantes más vehementes del «tea party» se deshacen en elogios para el gobierno federal que entrega dinero a las víctimas, a fin de que tengan techo temporal o reparen sus viviendas.
Ese papel recayó el martes en el gobernador republicano de Nueva Jersey, Chris Christie, quien encomió la respuesta dada por Obama y por el gobierno federal.
«El presidente ha estado notable en esto, igual que los amigos de la FEMA», dijo Christie a la cadena NBC.
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