El análisis de Antonio de la Cruz, director de Interamerican Trends, revela que Estados Unidos ha pasado de tratar a Venezuela como una dictadura a considerarla una amenaza terrorista y de seguridad nacional, activando herramientas legales, energéticas y navales que están transformando el equilibrio en el Caribe.
De la Cruz explica que Estados Unidos ya no ve a Nicolás Maduro como un actor político, sino como un líder criminal transnacional responsable de introducir droga y muerte en su territorio.
El mensaje del USS Stockdale: disuasión silenciosa
Un destructor estadounidense obligó al tanquero ruso Seahorse, cargado de nafta para Venezuela, a retroceder sin un solo disparo.
El buque, sancionado por OFAC, desistió de su ruta en tres intentos.
La señal es clara: sin nafta, cae la producción petrolera venezolana; sin producción, no hay caja para el cártel; y Rusia no asumirá el costo de perder un buque en esta coyuntura.
Según De la Cruz, esta maniobra establece un “nuevo equilibrio en el mar Caribe” y demuestra que Estados Unidos controla el acceso estratégico sin romper las reglas.
El frente energético es ahora el campo de batalla central
Las empresas con licencias exportan unos 500.000 barriles diarios que sí generan ingresos. El régimen necesita su propio diésel para evitar apagones internos.
Ya no puede sostener a Cuba, que enfrenta uno de sus peores momentos.
Cuba recibe: 75% menos combustible desde México, 15% menos fuel desde Venezuela, y solo dos envíos rusos en el año.
El resultado: apagones de 20 horas, crisis sanitaria y riesgo de estallido social, un efecto colateral directo del cerco energético sobre Caracas.
Estados Unidos está aplicando presión total sin disparar un tiro: reclasificación terrorista, maniobras navales, asfixia energética y un cerco que golpea tanto a Caracas como a La Habana.
Según Antonio de la Cruz, concluye que esta es la primera vez en décadas que la seguridad hemisférica se juega de forma abierta en el terreno energético y marítimo.