El dictador venezolano Nicolás Maduro anunció el lunes su decisión de suspender los acuerdos de explotación de gas con Trinidad y Tobago en respuesta a la postura “hostil” de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, en un momento en que un buque de guerra de Estados Unidos se encuentra en la capital de ese país vecino.
“Ante la amenaza de la primera ministra de convertir a Trinidad y Tobago en el portaviones del imperio estadounidense contra Venezuela, contra Suramérica, queda una sola alternativa. He aprobado la medida cautelar de suspensión inmediata de todos los efectos del acuerdo energético, de todo lo convenido en esta materia”, manifestó Maduro durante su programa semanal de radio y televisión.
“Es una medida cautelar a la cual tengo potestad como presidente y he aprobado y he firmado, suspendido todo”, agregó el mandatario. “Estoy elevando la consulta constitucional al Consejo de Estado, al Tribunal Supremo de Justicia y a la Asamblea Nacional para recibir las recomendaciones como jefe de Estado y tomar una medida estructural muy pronto en esta materia”.
La tensión entre los países vecinos se profundizó luego de la llegada el domingo a la capital trinitense del USS Gravely —un destructor con misiles teledirigidos— que se suma al portaaviones USS Gerald R. Ford, el cual se está acercando a Venezuela. Maduro criticó el movimiento del portaaviones, llamándolo un intento de Washington de “inventarse una nueva guerra eterna” contra su país.
Funcionarios trinitenses y estadounidenses indicaron que el enorme buque de guerra permanecerá en Trinidad hasta el jueves, de manera que ambos países puedan llevar a cabo ejercicios de entrenamiento.
Maduro efectuó el anuncio horas después que la vicepresidenta Delcy Rodríguez, que también funge como ministra de Hidrocarburos, declaró que las directivas del ministerio, así como de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), acordaron “proponer al mandatario la denuncia inmediata del Acuerdo Marco de Cooperación Energética” entre ambos países.
Venezuela y Trinidad, que en la década de 1990 firmaron el Tratado de Delimitación que establece los términos sobre la forma de explotación de cualquier yacimiento de hidrocarburos en ambos lados de la línea fronteriza, suscribieron en 2015 un acuerdo para la explotación conjunta de yacimientos comunes, entre otras medidas para impulsar proyectos binacionales.
El convenio con 10 años de vigencia, que fue renovado automáticamente en febrero por cinco años más, “nos da las competencias para que cualquiera de las partes denuncie este acuerdo”, acotó la vicepresidenta.
La propuesta se acordó debido a que la “primera ministra de este país ha decidido plegarse a la agenda guerrerista de los Estados Unidos para agredir a un pueblo hermano del Caribe, para agredir a Venezuela”, aseveró Rodríguez.
Seguidamente, en un correo electrónico enviado a The Associated Press, Persad-Bissessar dijo no estar preocupada por la posible cancelación del acuerdo energético, y añadió que los ejercicios militares son exclusivamente para fines de “seguridad interna”.
“Nuestro futuro no depende de Venezuela y nunca lo ha hecho”, escribió Persad-Bissessar. “Tenemos planes y proyectos para impulsar nuestra economía, tanto en el sector energético como en el no energético”.
Desde la llegada al poder de Persad-Bissessar las relaciones entre ambos países se han deteriorado, particularmente después de que el 3 de octubre la primera ministra del país caribeño elogió el ataque estadounidense a un barco sospechoso de transportar drogas y dijo que todos los traficantes deberían ser asesinados “violentamente”.
El presidente estadounidense Donald Trump indicó entonces que 11 personas murieron a bordo de la embarcación que partió de Venezuela.
Desde septiembre, las fuerzas armadas de Estados Unidos han implementado una serie de ataques contra presuntas embarcaciones de contrabando de drogas en el mar Caribe, incluidos al menos cuatro botes que partieron de Venezuela.
Esos ataques siguieron al despliegue de buques de guerra de Estados Unidos en aguas frente a Venezuela, en el marco de lo que Trump dice que es un empeño para combatir las amenazas de los cárteles de drogas latinoamericanos.
Maduro sostiene que Trump podría ordenar una acción militar para intentar derrocarlo.
El mandatario venezolano también afirmó el lunes que su gobierno suministró al gobierno de Persad-Bissessar las pruebas de un supuesto “autoataque” que, según el gobernante, se preparaba en contra del USS Gravely para justificar una agresión contra Venezuela. “Eso es lo que se pretendía con el barco ese que metieron en Trinidad y Tobago”, expresó.
«Un grupo de mercenarios preparados y financiados por la CIA” fueron detenidos en Venezuela el fin de semana pasado, lo que “llevó a descubrir el plan”, añadió, sin dar otros detalles.
Trump ha acusado a Maduro —sin proporcionar pruebas— de ser el líder de una banda criminal y de narcoterrorismo.
Fuente: Associated Press