La periodista Maibort Petit, especialista en crimen organizado transnacional, reveló nuevos detalles sobre el entramado que, según sus investigaciones, conecta directamente a Venezuela, Cuba y Nicaragua con redes internacionales de lavado de dinero.
“Los regímenes utilizan parte de la diáspora y de las necesidades del venezolano que sale para ponerlo a lavar dinero”, advirtió Petit, al explicar cómo fondos provenientes de la industria criminal se integran a la economía formal a través de empresas y bienes raíces.
“Hay quienes tomaron fondos que venían del crimen organizado, crearon empresas y ahora es demasiado tarde para arrepentirse”, afirmó.
Petit señaló además que el lavado no se limita a América Latina, sino que abarca bancos en Centroamérica, Panamá, Costa Rica, España, Luxemburgo e incluso el Vaticano, donde parte del dinero ilícito se “mimetiza” en inversiones turísticas, hoteleras o inmobiliarias.
Para Petit, el mayor desafío que enfrentan los países democráticos es separar el dinero limpio del dinero criminal:
“Cuando el dinero ilegal se invierte en la economía formal, desmontarlo implica colapsar parte de la economía. Por eso muchos prefieren mirar a otro lado”.
La investigadora sostiene que, además del impacto financiero, estas operaciones distorsionan la política, al financiar campañas o movimientos con capitales de origen ilícito que “neutralizan” instituciones y voluntades.
“La Orchila”: el cerebro del régimen
“Ahí está la neurona del poder. Desde ese punto se coordina la logística entre Cuba y Venezuela”, aseguró Petit. Explicó que ambos países estarían conectados por un cable submarino de comunicación, al que describió como “el cordón umbilical que mantiene unidos a ambos regímenes”.
Estados Unidos tiene controlada la zona con vigilancia satelital y naval.
“Los estadounidenses lo saben todo. Los buques no están ahí por casualidad; están recopilando información precisa, de último minuto. Saben a qué hora entra y sale Maduro, y cómo se mueve todo el sistema”, enfatizó.