El sacerdote Carlos Ferrero, párroco de la Iglesia Sagrada Familia en Gaza, relató los dramáticos momentos vividos tras una explosión que dejó tres muertos y al menos doce heridos en la entrada del templo, donde se refugiaban cientos de civiles.
“Nunca imaginamos que nosotros seríamos el blanco”, dijo el sacerdote, visiblemente afectado, al describir cómo intentó salvar a un joven gravemente herido.
Aunque las autoridades israelíes calificaron el hecho como un accidente, el religioso denunció que la ONU no pudo inspeccionar la zona por falta de permiso, y subrayó que la misión de la iglesia es estrictamente humanitaria.
El padre Ferrero denunció además un colapso humanitario. “Hay hambre, desesperación y caos total. Que vengan a vivir lo que vivimos acá, y verán si hay comida”, sentenció.
También describió un sistema sanitario devastado, con hospitales que atienden a seis veces su capacidad y pacientes en los pasillos con una sola comida al día. «El hospital cristiano tenía 50 camas y hoy atiende a más de 300», afirmó.
Sobre las causas del sufrimiento, el sacerdote fue contundente: “No es culpa de Dios. Es la ambición y la obstinación del hombre lo que genera esto”.
Hoy, de los más de dos millones de habitantes en Gaza, quedan apenas 700 cristianos. “Muchos murieron por bombas o francotiradores. Otros lograron evacuar. Pero seguimos aquí”, concluyó, “siendo testigos de fe en medio de la oscuridad”.