A medida que la carrera presidencial en los Estados Unidos se perfila hacia la recta final con dos candidatos definidos que se debatirán el puesto del hombre o la mujer más poderosos del mundo, viejos fantasmas del pasado salen a la luz para asediar a dos aspirantes que se han visto envueltos anteriormente en situaciones que podrían llegar a perjudicar considerablemente sus anhelos por llegar a ocupar el codiciado asiento en la Casa Blanca.
Ése es el caso de la recientemente «confirmada» candidata por el partido demócrata y ex secretaria de Estado en la administración Obama, Hillary Clinton, quien se encuentra envuelta en un creciente escándalo que cuestiona el uso de un server de correo electrónico privado durante su gestión como empleada del Gobierno de los EEUU.
Por su parte, el candidato republicano Donald Trump está lidiando con su propio problema de imagen, al estar involucrado en una investigación judicial por fraude debido al dudoso modus operandi de su controvertida Universidad Trump, una supuesta institución educativa que prometía a sus alumnos la llave al éxito que el billonario siempre supo capitalizar, desde el comienzo de su carrera como zar de los bienes raíces en Nueva York.
El debate acerca de la autenticidad de la institución educativa de Trump ocupa gran parte de la cobertura mediática en los Estados Unidos, y los programas nocturnos de opinión son el escenario ideal para que comediantes con un gran conocimiento del mundo político, como John Oliver y su show Last Week Tonight, dediquen parte de su programación al polémico proceso legal que involucra a un juez de ascendencia mexicana, el cual Trump asegura, abiertamente, no está preparado para juzgarlo imparcialmente debido a su herencia étnica.
Más allá de que el juez Gonzalo Curiel haya nacido en los EEUU y cuente con un historial intachable, el cuestionamiento de gran parte del partido republicano y los medios alineados con el sector más conservador gira en torno a las aptitudes de una persona que se puede ver influenciada por las posturas antimexicanas del candidato conservador.
La Universidad Trump nació en el año 2005 como una empresa con fines de lucro con la finalidad de ofrecer un programa de capacitación en bienes raíces que le brindaría a sus alumnos las herramientas necesarias para triunfar en lo que en ese momento representaba «la nueva fiebre del oro» en el país del Norte.
Precios de propiedades al alza llevaron a millones de personas a verse inmersas en un círculo vicioso que les permitía acceder a créditos hipotecarios sin prácticamente requisito alguno y la posibilidad de acumular inmuebles sin la correspondiente liquidez para poder, llegado el caso, cubrir sus hipotecas, un engranaje que luego llevó a la explosión de la burbuja inmobiliaria en 2008 y la consecuente gran recesión que puso al mundo entero al borde del colapso financiero.
Trump cuestiona al juez asignado a la causa que investiga a la Universidad Trump alegando que su herencia étnica condiciona su capacidad de juzgarlo imparcialmente
Trump cuestiona al juez asignado a la causa que investiga a la Universidad Trump alegando que su herencia étnica condiciona su capacidad de juzgarlo imparcialmente
La institución en cuestión cerró sus operaciones en el año 2010, luego de verse envuelta en una infinidad de demandas legales iniciadas por ex alumnos que alegaban sentirse estafados, en un operativo que sólo brindaba falsas esperanzas, pero que no cumplía con lo prometido.
La organización nunca fue acreditada como una universidad y tampoco como un centro de estudios terciarios, por lo que en 2011 el fiscal estatal de Nueva York inició una investigación por prácticas comerciales ilegales que desembocaron en una demanda judicial iniciada en 2013 y que todavía continúa en curso.
La Universidad Trump también fue víctima de dos demandas colectivas que continúan en proceso en una corte federal, las cuales ganaron protagonismo durante la campaña presidencial debido a la alta exposición que el ese entonces precandidato comenzó a tener a nivel mediático.
Trump asegura que el juez Curiel «está dando resoluciones muy injustas, algunas de las cuales la gente no puede creer. El caso debería haberse cerrado hace años en resumen del juicio. Los mejores abogados me han asegurado que esto no es un caso real y que debería haber terminado».
El supuesto conflicto de interés que alega Trump, basado en la presunción de que la herencia étnica del juez de la causa de alguna manera podría hacer que se nuble su juicio, demuestra claramente la visión trastocada de la realidad de un candidato que, a medida que la fecha en la que los estadounidenses decidirán su futuro se acerque, no duda en redoblar la apuesta y apalancarse en un discurso basado en la intolerancia y el fanatismo, el cual ha sido su arma más infalible a la fecha, por más difícil que resulte entenderlo para muchos que ven a la carrera presidencial actual como una ficción digna de Hollywood.
Fuente: Infobae.com